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Angélica Flores, de 50 años, estaba en la cocina del cuarto piso cuando comenzó a temblar. De repente, sintió un fuerte golpe y todo se volvió negro. Ni siquiera tuvo tiempo de notar que la tierra se movía, o de seguir los protocolos de seguridad que horas antes habían implementado en su edificio. La construcción de seis pisos, con el número 286 colocado en grandes letras plateadas sobre la avenida Álvaro Obregón, colapsó con el movimiento de 7.1 grados.

La construcción se vino abajo, con un número indefinido de personas, pero con una inclinación en dirección a la calle. Angélica solía trabajar en la cocina de la oficina donde se realizaban distintas asesorías de contaduría, preparaba los alimentos y también hacía labores de limpieza. Con el derrumbe, una viga de la cocina formó un triángulo de vida, una pequeña cueva donde ella permaneció a salvo casi 48 horas después del sismo. Durante ese tiempo Angélica compartió ese espacio con otras dos personas, asegura uno de sus familiares, Armando Albarrán.

A las seis de la mañana del miércoles, un grupo de rescatistas, de Protección Civil, bomberos, militares y elementos de Topos de México, dio con ella. Juntos aseguraron su cuerpo y la sacaron con vida en una camilla.

Fuera de la zona del derrumbe, donde hay un campamento integrado por médicos, voluntarios, cadetes, policías, la subieron a una ambulancia y fue trasladada al hospital Dalinde, en la colonia Roma Sur.

La mujer no sufrió daños más que un golpe en el pie del que se recupera en casa. Mientras tanto, su sobrina Karina, de 30 años, sigue atrapada en los escombros del mismo edificio.

Karina salió, como todos los días, de la casa de sus padres. Su turno de trabajo era de 9:00 a 19:00 horas. A las 11 de la mañana participó en el simulacro del 19 de septiembre, luego tomó su celular y le escribió a su amiga Nayeli. “Dijo que todo estaba bien, que habían evacuado su edificio”, dice la amiga.

Junto con su tía Angélica trabajaba en la oficina IPS, en el mismo cuarto piso. En ocasiones, Karina, de tez morena y estatura baja, viajaba por las auditorías que hacían a otras empresas.

El 19 de septiembre se quedó en la oficina laborando. Incluso ya había hecho planes con una de sus mejores amigas para verse el fin de semana, pero tembló como hace 32 años, casi el tiempo que tiene de vida.

Con el derrumbe casi inmediato durante el movimiento telúrico, la comunicación con sus seres cercanos se cortó. Después del colapso, el jefe de Nayeli le dijo que varios edificios de la Condesa y la Roma se habían derrumbado, “inmediatamente pensé en ella y le llamé, pero luego luego me desviaba la llamada”.

Nayeli buscó noticias en la televisión e internet, y corroboró que uno de los edificios colapsados era donde trabajaba desde hace más de un año su amiga. Desde la colonia Del Valle corrió a la Roma, igual que la familia de Angélica y Karina. Desde el martes hacen guardias.

Montan guardias. Aunque Angélica está en casa, siguen esperando que Karina sea rescatada. Su tío Armando se instaló, con sillas y casas de campaña, sobre la calle Álvaro Obregón con otros familiares. Su amiga, mientras tanto, fue una de las personas que lograron ingresar al campamento donde se hacen las labores de rescate. A las 11 de la mañana a ella y a otras personas les colocaron un listón rosa con el nombre de los desaparecidos. A la una, los elementos de seguridad les dieron acceso. Ahí permanecen parados, esperando tener información sobre sus seres queridos. La última noticia que tuvo es que la siguen buscando.

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