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José Morales fue uno de los habitantes de Tlaquiltenango, Morelos, seleccionados por Cruz Roja para recibir un kit de ayuda humanitaria conformado por un colchón, una estufa, despensa y algunos utensilios de cocina.

Con 78 años y un estado de salud que le impedía cargar objetos pesados, le pidió a Juan, su hijo mayor, que lo acompañara para ir a cambiar el ticket.

Juan y su padre salieron a las 6:30 de su casa, pidieron una camioneta a un vecino y emprendieron el camino al deportivo La Perseverancia. El jefe de familia esperó en el auto y su hijo se formó para recibir el apoyo de la institución.

“Dejé estacionada la camioneta en la sombrita, mi papá tiene agua y una torta, también hay mandarinas por si la espera es mucha, yo me puse el sombrero porque el sol está bien duro”, explica. Como fue de los primeros en llegar, Juan aguardó más de cinco horas para sacar de la unidad deportiva los donativos.

Recargado en la estufa de color rojo, cuenta que la casa de sus papás sufrió daños severos durante los sismos de septiembre; sin embargo, con recursos de la jubilación de su papá, pudieron arreglar las cadenas y las trabes.

“Mi mamá cocina con leña porque su estufa ya no funcionó y duermen en un catre porque el cuarto que fue pérdida total era su recámara, por eso esta ayuda les cae muy bien, yo les regalé una cama, pero la base de madera se mojó y el colchón se echó a perder”.

Para él señor de 38 años, acompañar a su papá no es ninguna molestia, por el contrario asegura que quisiera hacer más por ellos, “no sólo me dieron la vida sino que siempre me han apoyado y yo estoy presto a hacer lo mismo por ellos"..

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