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La Arquidiócesis Primada de México pidió al Congreso de la Unión analizar el proyecto Presupuesto 2018, a fin de reactivar el sureste del país tras el sismo del pasado 7 de septiembre.

A través del editorial publicado en el semanario religioso Desde la Fe, la iglesia solicitó: “Se hagan reasignaciones en las distintas partidas presupuestales, para reactivar el sureste y superar las secuelas de la tragedia, para reconstruir casas y templos que permitan el renacimiento de esa región rica en recursos, pero asolada por el egoísmo, la mezquindad y la avaricia de caciques políticos y empresarios”.

Bajo el título Damnificados, el artículo señaló que el sismo fue descomunal y terrible, pero lo más dramático se centró en que azotó en la región más pobre de México. “De acuerdo con las recientes mediciones de pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, esta región concentra el mayor número de carencias, que aumentaron entre dos y cuatro puntos porcentuales entre 2014 y 2017; Chiapas, Tabasco y Oaxaca, los estados con mayor número de pobres en el país, sufrieron de forma más violenta los efectos del terremoto”. En estos estados, los habitantes vieron el desplome de su patrimonio. La entidad más devastada es Oaxaca, con más de 800 mil damnificados, quienes tienen la esperanza hacia el futuro para reconstruir, a la brevedad, sus comunidades y reactivar la economía, dar nuevamente cauce de normalidad a su vida, se argumentó en el artículo.

La Arquidiócesis encabezada por Norberto Rivera Carrera lamentó que el sismo no sólo impactará materialmente, sino también en la cuestión espiritual. “Numerosos templos y lugares de culto fueron afectados seriamente, monumentos emblemáticos de la fe e historia religiosa de lugares que fueron pioneros de la Evangelización del nuevo mundo. Tan sólo en Chiapas se registraron por lo menos 52 templos dañados y 33 en Oaxaca. Esta dura prueba toca las fibras espirituales de pueblos con profundo arraigo religioso en tradiciones y costumbres”.

En contraste, celebró la solidaridad de los ciudadanos de México que contribuyeron con la entrega de donativos para destinarlo a quienes lo requieren, “sin embargo, no han faltado los que sacan raja política de la tragedia para promoverse electoralmente, entregando mendrugos a los afectados. Las fiscalías especializadas deben actuar con energía en contra de estos delincuentes, mercenarios del dolor”.

La iglesia pide que se reste lo superfluo, como exageradas partidas “que benefician a burócratas y representantes populares con sueldos de escándalo, al financiamiento derrochador concedido a partidos políticos e institutos electorales, ajustar y disminuir las millonarias canonjías de magistrados y ministros del Poder Judicial de la Federación. México no necesita de una clase política y burocrática engrosada por inmorales prebendas”. En el mismo editorial, se hace mención de los llamados dreamers que son afectados por Donald Trump. “México también enfrenta otro fenómeno desastroso que deja daños políticos y dramas humanos”.

El texto concluye que la diplomacia mexicana tiene el reto de coadyuvar en las soluciones migratorias y velar por los derechos humanos, “diplomacia firme, no de apariencias y timorata. México afronta retos que demostrarán la capacidad política de un gobierno salpicado de corrupción y tachado de incapaz. Las víctimas del terremoto y los jóvenes dreamers son damnificados. Ellos necesitan de la solidaridad del pueblo mexicano”.

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