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En la audiencia en la que el juez Brian Cogan autorizó realizar un examen sicológico para evaluar el estado mental de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, propuesto por su defensa, estuvieron como testigos del intercambio entre abogados la esposa del líder del Cártel de Sinaloa, Emma Coronel, así como sus hijas, las mellizas María Joaquína y Emali, las tres vestidas en dorado.

A diferencia de la audiencia de agosto en la que las niñas dedicaron poco tiempo a El Chapo, ahora no cesaron de mirarle con gesto cariñoso. Guzmán Loera, más delgado que hace tres meses, prodigó tanto a la entrada como a la salida de la sala saludos efusivos a distancia, alzando el brazo derecho y moviendo la mano mientras las tres mujeres s e ubicaron, como siempre, en segunda fila en la sala.

Tras la audiencia, Eduardo Balarezo, abogado del narcotraficante, confirmó que las gemelas visitaron a su padre en la cárcel el martes. Fue la segunda vez que se veían, y por el momento no hay ninguna otra visita familiar programada.

El contacto con sus seres queridos está siendo “problemático”, en palabras del abogado. Sólo ha recibido una llamada de su hermana Bernarda y sus hijas, a principio de este mes, y el gobierno todavía no ha remitido correspondencia alegando que siguen revisando su contenido.

“Muchas de las cartas dicen: ‘Hola, ¿cómo estás? Nosotros estamos bien’. Aparentemente, el gobierno no tiene intérpretes que puedan revisar eso en un día y dárselas”, se quejó el defensor de Guzmán Loera.

Según explicó, todavía no se le ha hecho entrega de la Biblia ni del diccionario inglés-español que se le mandó para que pueda traducir algunas pruebas del caso.

El gobierno alega que también tienen que revisarlos, algo que para Balarezo son “tonterías”. “Es una Biblia que viene de Amazon, no sé qué están buscando”, ironizó.

Durante la audiencia, el abogado instó al gobierno a que acelere su entrega de pruebas y documentos, y que le dieran el tiempo suficiente para poder revisar aquellos relativos a confesiones y testimonios de testigos protegidos que busquen rebajas de condenas al colaborar con el caso de Guzmán Loera y que Balarezo considera “cruciales”.

“La prueba en este caso, lo contundente, va a ser de los colaboradores (…) Y nosotros creemos que vamos a poder derrotar a muchos de esos testigos”, aseguró.

Balarezo, mientras, está revisando las más de 90 mil páginas y miles de archivos que tiene en sus manos.

El abogado insistió en el deseo de que el juicio sea “rápido” y en la fecha acordada —16 de abril de 2018—, temeroso de que la fiscalía, “en una táctica típica del gobierno”, busque aplazarlo con la excusa de buscar más pruebas.

El gobierno estaría buscando actualmente más pruebas contra el narcotraficante en Colombia, México y EU, buscando a testigos que declaren en contra de El Chapo.

“El señor Guzmán quiere enfrentar la ‘evidencia’ contra él, y estamos preparados para hacerlo. No queremos alargarlo más”, sentenció.

La fiscalía, durante la audiencia, apostó porque será un juicio “largo”. El juez Cogan, en un momento amable de la audiencia, recordó a Balarezo, en su primera comparecencia como abogado titular de El Chapo, que “cuando entró al caso sabía que iba a ser un desafío”. La próxima audiencia se programó para el 19 de enero.

Hasta ahora la defensa ha argumentado que existen duras condiciones del narcotraficante en la cárcel de máxima seguridad en la que está confinado desde su extradición a Estados Unidos en enero de este año, que además de afectarle físicamente también lo estaría haciendo sicológicamente.

Desde hace tiempo la defensa del líder del Cártel de Sinaloa, primero sus abogados de oficio y ahora Eduardo Balarezo, su letrado privado, se han quejado de la merma de capacidades de su cliente, desde alucinaciones hasta pérdida de memoria.

“Su memoria falla, tiene problemas físicos, no recuerda nombres, fechas. Si algo hay que hacer, quiero arreglar eso (…) No quiero llegar al punto en el que sea incapaz de ayudar a la defensa en la preparación del juicio”, explicó Eduardo Balarezo a la prensa tras la audiencia.

La fiscalía había aceptado que se realice el estudio con la única condición de que la sicóloga que lo realice no esté en la misma sala que El Chapo, lo que hará que algunas pruebas no puedan realizarse.

El examen se realizará la próxima semana, y se espera que los resultados se puedan tener en 10 días.

En caso de que la evaluación resuelva que El Chapo sufre una degradación en sus capacidades mentales y que la situación en la que está encerrado le están afectando, Balarezo apuntó que se tendrán que revisar las condiciones. Es probable que, en ese caso, el gobierno pueda solicitar un análisis independiente.

La lucidez del narcotraficante se puso a prueba durante la audiencia, cuando el juez Cogan le pidió que explicara si entendía un potencial conflicto de intereses que podría existir con Balarezo, ya que defendió a un narcotraficante vinculado a Guzmán y condenado por el mismo caso.

El líder del Cártel de Sinaloa tuvo que ser asistido para poder responder correctamente tras una doble explicación por parte del magistrado como de un abogado independiente.

“No soy un experto, así que no sé qué significa eso. Pero lo sabremos pronto”, resolvió Balarezo.

Las condiciones de aislamiento de El Chapo siguen con su dureza habitual, en una celda a “temperaturas frígidas”, sin “jabón para lavarse”, y con constantes dolores de garganta por el frío y dolores de cabeza, señaló la defensa.

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