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Insultos de la gente, probabilidad de sufrir golpes, ser heridos por algún enfrentamiento o en un accidente. Todos esos son algunos de los riesgos que corren los guardias de seguridad, asegura Juan Carlos Salazar Sánchez, quien se desempeña en el ramo.

Con una experiencia de 12 años en este rubro, recuerda que le llamó la atención cuando supo que el trabajo consistía en estar alerta y vigilar que nadie robara cosas de empresas o en complejos de departamentos. Indica que las labores las ha cumplido a 100%.

Con la secundaria terminada y sin conocimientos previos en la vigilancia —puesto que antes trabajó en un taller de automóviles—, considera que para desempeñar esta labor es fundamental tener calma y estar atento todo el tiempo, porque de los oficiales depende que en la empresa en la que sean contratados no haya accidentes o hurtos. “Tenemos que estar alertas 100% y ver si hay algún sospechoso para impedir que haya un robo”, comenta.

Juan Carlos, de 47 años, narra que en una ocasión cuando vigilaba la sección de ropa de una tienda de autoservicio impidió que un hombre robara ropa íntima de mujer, porque observó que esta persona se veía sospechosa y que no tenía un comportamiento de querer adquirir alguno de los productos.

“Por los monitores observé que un hombre estaba nada más dando vueltas en el área de ropa y cuando regresé llevaba las piezas metidas. Algunas en las manos caminando y otras atrás de su pantalón. Lo seguí y vi que detrás de su pantalón salía una prenda color rosita y se me hizo raro”, indica el oficial.

Juan Carlos agrega que cuando pidió ayuda para detener al sospechoso, fue revisado y se le encontró que llevaba escondidas 15 piezas de ropa íntima. Dice que a pesar que desde 2005 trabaja como vigilante, no ha tenido alguna situación de riesgo.

En su labor tiene que lidiar con personas que se ponen agresivas, “por ejemplo, cuando trabajé en un complejo de departamentos, había veces que personas se ponían agresivas y se alteraban porque se les negaba cierto servicio porque no lo habían pagado, por lo que me agredían verbalmente”. En ese mismo lugar tuvo que ayudar a apagar un incendio en una de las vivienda.

“Todos los de seguridad tuvimos que ir a ayudar, junto con los vecinos impedimos que se propagara el fuego”, recuerda el hombre.

“Quiero más adrenalina”. A pesar de que se siente contento con su trabajo, afirma que a su familia no le gusta porque se expone a situaciones de riesgo; sin embargo, desea subir de puesto y convertirse en custodio. Indica que de esta forma tendrá que usar un arma de fuego, por lo que la empresa le garantiza una capacitación.

“Estoy viendo si me puedo ir de custodio, porque quiero un poco más de adrenalina, quiero experimentar algo más, pero a mi familia no le gusta la idea y me dice que le piense mucho más”, agrega el vigilante.

“Todo conlleva un riesgo”. Sin importarle la oposición por parte de su familia, el sujeto considera que es un progreso y está conciente de que su deseo laboral conlleva un riesgo mayor si se compara con su actual trabajo, pero manifiesta: “Si quieres crecer debes buscar opciones. Todo conlleva un riesgo en el tema de seguridad, todo implica un riesgo, incluso hasta que alguien trabaje en un local, desde el momento en que tiene un chorro de mercancía no sabes qué día te va a tocar y al estar uniformado hay un poco más de peligro”, declara el agente que quiere subir de puesto.

A un par de años de llegar al medio siglo de vida, Juanito, como le dicen sus amigos y conocidos, desea seguir creciendo en el empleo que consiguió.

El oficial indica que aunque exista el peligro, confía en que con una buena capacitación y estar alerta siempre, “todo sale bien siempre y cuando tengas las ganas de seguir progresando todos los días”.

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