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Ayer inició el 15 Congreso Nacional del PRD, pero Morena apareció en la punta de la lengua de todos: “Aquí no es Morena, aquí no es a mano alzada, ¡cuéntanos!”, gritaron la mitad de los perredistas, integrantes del llamado nuevo Bloque Alternativo, que se opone a una reforma estatutaria radical, para disolver la dirigencia nacional.

La otra mitad, considerado Bloque oficialista , también invocó al adversario: “¡Fuera Morena!, ¡Fuera Morena!”, para rechazar el conato de trifulca y la toma de tribuna.

Ese fue el clímax del Congreso anoche, cuando no había transcurrido ni una hora de la plenaria y se desataron empujones y gritos; aventaron arreglos florales, mesas, sillas y manteles.

Morena entre ambos bandos. Era quizá la catarsis tras nueve horas de retraso en el inicio de la plenaria perredista, convocada a las 11 de la mañana y que arrancó casi a las 20 horas.

Si hace 29 años a líderes políticos y la crema y nata de la intelectualidad del país los unió la “caída del sistema” para dar origen al PRD, ayer, en lo que se considera el ocaso de ese partido, se vivió una situación parecida.

Otra caída del sistema, pero una muy diferente: falta de luz y fallas en el sistema de cómputo para el registro de delegados a su 15 Congreso, el de la “reconstrucción” tras la debacle electoral del 1 de julio que los dejó en la lona: el cuarto lugar electoral, la mitad de prerrogativas y reducidos a su mínima expresión en el Congreso de la Unión.

Así, durante horas, a pleno rayo del sol de invierno, cientos de delegados esperaron pacientes su registro, a mano, como antes, mientras el sistema “se cayó” y se levantó de forma intermitente durante el día.

El mismo “Chucho mayor”, Jesús Ortega, considerado el líder histórico del bloque oficialista en el PRD, hizo fila dos horas. Pero para él, este Congreso, el de la “reconstrucción”, es sólo uno más, no es el fin del PRD.

“Siempre nos han dado la extremaunción y acá estamos, fuertes, discutiendo, con pluralidad”. Pero la pluralidad ayer fue rebeldía.

Desde muy temprano, líderes de todas las corrientes que se han rebelado a sus dirigentes tradicionales de Nueva Izquierda, Alternativa Democrática Nacional, Foro Nuevo Sol, Vanguardia Progresista, y que integran el Bloque Alternativo, anunciaron el rechazo a las modificaciones estatutarias.

Por eso los empujones y toma de tribuna ocurridas cuando, una vez iniciado el Congreso y tras el discurso inaugural del presidente Ángel Ávila Romero, en el que llamó a la unidad, se instaló la mesa de estatutos.

Apenas se planteó el método para discutir y aprobar las reformas a ese documento y cinco minutos después estalló la bronca, cuando de acuerdo con el bloque oficialista, con sólo mayoría simple era válida la reforma estatutaria, en la que se propone disolver al Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y nombrar una dirección nacional con facultades plenipotenciarias.

De acuerdo con el Bloque Alternativo es indispensable la votación por dos terceras partes de los congresistas para dar por aprobadas reformas trascendentales.

Para calmar los ánimos, Ávila Romero ofreció el voto por voto y una hora después se acordó que el PRD se reconstruirá por mayoría simple.

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