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En la primera reunión formal con los suyos, con sus huestes, ya como presidente electo, Andrés Manuel López Obrador les reconoció por poner por delante la utopía y su perseverancia, algunos de más de una década, para el triunfo el 1 de julio.

Una fiesta con tamales y café, en la que centenares hicieron fila para entrar y algunos no lo lograron, se vivió ayer en el Deportivo Reynosa de Azcapotzalco. El festejado de lujo fue el próximo presidente de México.

Desde temprano, los militantes de Morena hicieron fila a las afueras del deportivo donde algunos aprovecharon para comprar un souvenir en los puestos ambulantes con productos de Morena.

Los que ya estaban dentro del campo también hacían fila para recibir un poco de café o tamales que les dieron con motivo de su congreso. Una carpa se instaló sólo para ese cometido.

Pasadas las 11 de la mañana, bien o mal desayunados, los morenistas desbordaron las emociones al ver llegar a López Obrador, quien entre gritos de “¡Presidente, presidente!” y “¡Es un honor estar con Obrador!”, caminó por el centro del campo principal de béisbol. Entre vallas, el tabasqueño saludó de mano a muchos de esos fieles correligionarios que lo han seguido desde hace más de 12 años, cuando comenzó su primera contienda por la Presidencia.

Su entrada tardó casi 10 minutos. Los abrazos y las felicitaciones fueron mutuas, las selfies cayeron por decenas y las gargantas se desgarraban con gritos de “¡Obrador, Obrador, Obrador!”.

Y no es para menos para un partido que tan solo con cuatro años de vida ha logrado posicionarse como la principal fuerza política del país, con la mayoría en varios congresos, cinco gubernaturas, alcaldías y, dicho sea de paso, la Presidencia de la República.

AMLO llegó al templete. Vestido con una chamarra café y camisa blanca, se abrazó a sí mismo, su clásico saludo a los que lo llevaron a ganar con 30 millones de votos. La respuesta fue con aplausos y un escandalera que se podía oír en los alrededores del Deportivo Reynosa.

La encargada de presumir los resultados fue Yeidckol Polevnsky, la presidenta de Morena. Aunque llegó tarde y casi se saltan su participación, tomó el micrófono sin presentación.

“Conquistamos la Presidencia de la República con Andrés Manuel López Obrador, es el presidente de México más votado y más querido de la historia", afirmó sin titubeos.

Ahí estaban los gobernadores electos Claudia Sheinbaum (Ciudad de México), Cuitláhuac García (Veracruz), Adán Augusto López (Tabasco). A todos ellos los llenaron de elogios. Pero también, entre los invitados especiales se vio a Miguel Barbosa, a quien todavía en Morena ven esperanzas para revertir el triunfo del PAN en Puebla en los tribunales.

Y aunque todo era festejo y efusividad, llegaron las advertencias. Polevnsky les dijo que ahora más que nunca, por ser mayoría, serán observados en su comportamiento.

Algunos morenistas gritaron porque los de adelante se levantaron y no dejaban ver. Los gritos se mezclaron entre el discurso de la presidenta de Morena que más tarde fue electa para un año más al frente de la dirigencia y a la misma que abuchearon por la designación casi por dedazo de liderazgos.

Tocó el turno de López Obrador. Un discurso de casi 50 minutos en el que también lanzó advertencias para que Morena, el partido que creó después del 2012, no absorba malas prácticas como otros partidos.

La algarabía y el festejo cambiaron a un escenario de tono serio cuando López Obrador les dijo a sus huestes que no desperdicien el tiempo, que es hora de trabajar y cumplirle a los millones de mexicanos que le dieron la confianza.

Las palabras cayeron como anillo al dedo a diputados y senadores electos, así como a alcaldes que se dieron cita en el quinto Congreso Nacional de Morena.

Su visita no duró más de dos horas, tiempo en el que agradeció especialmente a Polenvsky por su apoyo y lealtad a la causa.

El tabasqueño se despidió, pasó por la primera fila saludando a sus compañeros de partido y luego se enfiló con su esposa, Beatriz Gutiérrez, a su auto que lo llevó de nuevo a su casa de transición en la colonia Roma.

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