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La migración y sus problemas no son nuevos ni exclusivos de las políticas antiinmigrantes implementadas por el actual presidente estadounidense, Donald Trump, pero sí ha existido un retroceso en la agenda de trabajo bilateral sobre el tema, coincidieron académicos, representantes consulares, funcionarios y activistas.

En el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, los ponentes iniciaron el debate sobre los retos y las propuestas de acción a emprender ante la crisis migratoria que enfrentan los mexicanos que radican en los distintos puntos de los Estados Unidos.

A pesar de ello, no todo parece estar perdido. El embajador Arturo Sarukhán dijo que aunque actualmente existe una crisis sistémica en materia de migración en Estados Unidos, la mayor parte de la sociedad estadounidense favorece paradigmas pro migrantes que buscan legalizar su situación de ciudadanía en aquel país.

Afirmó que en el contexto de renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, para convencer a Estados Unidos y Canadá de la necesidad de incluir a los migrantes mexicanos en las políticas públicas como una población productiva y no nociva, México debe ser congruente con la defensa de los migrantes al interior del país. “Tenemos una contradicción brutal, estamos exigiendo al norte lo que somos incapaces de aplicar y de observar hacia el sur, donde los gobiernos mexicanos locales, estatales, hemos permitido que el crimen organizado, la rapiña, elimine y vulnere los derechos de migrantes centroamericanos”, comentó.

Para el embajador, la crisis migratoria no debe ser desaprovechada para redoblar los esfuerzos y trabajar el reforzamiento de las redes pro migrantes para que estén preparadas ante el nuevo escenario político que surgirá en un futuro cercano.

Estos cambios en las políticas públicas han impactado a tal grado que provocan un sentimiento de miedo entre los mexicanos radicados en lugares como Texas, donde existe una ley anti ciudades santuario.

Situación inédita. Según Reyna Torres Mendivil, cónsul general de México en San Antonio, actualmente se vive una situación inédita, derivada del retroceso en el diálogo bilateral que ha surgido sobre el tema de migrantes desde la llegada de Donald Trump a la presidencia estadounidense.

Afirmó que durante la administración de Barack Obama el trabajo consular se concentró en dialogar con el gobierno estadounidense para ordenar las repatriaciones de mexicanos procurando que estas tengan un menor impacto negativo y que hoy ya no existe nada de lo que se logró en su momento. “La circunstancia que vivimos ahora hace que todos los pequeños o grandes avances que habíamos logrado desde la administración del gobierno federal con nuestras contrapartes se están diluyendo porque la interlocución es sumamente compleja a nivel federal”, señaló.

“Con la administración de Obama pudimos tener una negociación ordenada con el departamento de Seguridad Interior de Estados Unidos sobre repatriaciones y después de décadas de tratar de ordenar los flujos de repatriados, lo logramos y tal vez no tuvimos las grandes reformas migratorias que esperábamos, pero tuvimos avances como el DACA y los protocolos de no deportar a mujeres de la tercera edad que tienen familia en Estados Unidos o madres de familia con hijos estadounidenses; eso no existe”.

Lamentó que actualmente las actitudes de discriminación contra los hispanos o quienes parezcan hispanos, por sus características físicas, sean cosa de todos los días y cada vez más frecuentes.

Indicó que la Cancillería mexicana se ha preparado en los últimos años para atender mejor a los ciudadanos mexicanos en Estados Unidos para utilizar todos los recursos legales posibles para contrarrestar las consecuencias de leyes anti ciudades santuario, como la aprobada en Texas, misma que un juez determinó posponer su entrada en vigor hasta que se defina su constitucionalidad.

Explicó que previo a la aprobación de la ley, el consulado mexicano en Texas documentó el clima de miedo que permea en la población mexicana en el estado.

Entre los datos registrados está el aumento en la expedición de certificados de actas de nacimiento que, sólo en Texas, durante 2016 fue de 18 mil y hasta agosto de 2017 la cifra llegó a 28 mil.

Este documento sirve para que los niños nacidos en Estados Unidos estén registrados como mexicanos para que una vez que lleguen a México puedan acceder a todos los derechos que les asisten como connacionales.

La cónsul aseguró que en el centro de información telefónica de la Cancillería se registró un aumento de 800% en las solicitudes de orientación entre mayo y septiembre de 2017 en comparación con el mismo periodo de 2016.

En la mesa participó Susan Gzesh, abogada de la Universidad de Chicago, quien refirió que una de las principales herramientas utilizadas para contrarrestar políticas antiinmigrantes es la ausencia de definición de ciudadano estadounidense en la Constitución, el texto se refiere a que toda persona es susceptible de recibir protección del Estado, por lo que debe entenderse que esto incluye también a cualquier migrante, independientemente de su origen.

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