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“Lo perdí todo en el sismo”, dice Cecilia Beltrán Gómez, de 66 años, con resignación y con el rostro desencajado. Su casa de adobe, la que asegura que tenía más de 100 años, debido a que perteneció a su abuela, se vino abajo en el temblor del pasado 19 de septiembre.

Descalza y con los pies llenos de lodo, Cecilia es una indígena nahua de Tetelcingo, Morelos, uno de los poblados afectados por el sismo. Sola, sin ningún familiar que la apoye, ha recogido de la calle y recibido de vecinos, lonas para construir una especie de casa para protegerse de la lluvia.

“Con maderas viejas y plásticos me hice esta casita, porque si no, ¿dónde duermo?”.

En la zona, al menos 300 casas sufrieron algún tipo de fractura grave o se cayeron.

Cecilia fue una de las beneficiadas con una despensa y un catre que logró reunir la organización Mujeres en Apoyo al Estudio del Periodismo y la Comunicación (MAEPEC).

A punto del llanto, la sexagenaria mujer comenta que ninguna institución pública o privada le había ayudado hasta que llegó el Ejército y le entregó lo que mandaron personas de Ciudad de México.

Ante el nuevo panorama, permanece optimista. “Bueno, perdí mi casa y mis cosas, pero lo bueno es que tengo vida y salud. Ni modo, a construir de nuevo todo gracias a la ayuda de la gente como la que donó estas cosas”.

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