“¡Ganamos los niños, mamá!, por fin ganamos”, fue lo primero que le dijo Renata a su mamá luego de enterarse que su agresor pasaría muchos años en la cárcel.

Su mamá Inés fue convocada a una junta realizada por la escuela para informar sobre un posible caso de agresión sexual, pero ella no pudo asistir a la reunión.

Inés acudió al día siguiente porque hubo un brote de herpes entre los niños y varios padres de familia fueron convocados para que sus hijos fueran atendidos por una enfermera de la SEP.

“Ahí comenzaron a surgir varias quejas de otros papás sobre agresiones de tipo sexual, cuando vi, ya no era sólo un caso sino más padres reclamando”, relató.

El 12 de octubre de 2018, cuando varios padres de familia se organizaron a ir a denunciar ella fue con ellos para apoyarlos pues hasta ese momento ella no sabía que su hija también había sido víctima. Inés se enteró al día siguiente.

“Tomé valor, Retana estaba inquieta porque sabía que algo no estaba bien, me acerqué a ella, la abracé y le dije ‘ya lo sé todo’, abrió sus ojos y me dijo ‘¿de verdad, ya lo sabes todo?’, entonces empezó a correr con ansiedad y a gritos comenzó a narrar los hechos, que esta persona hacía actos de índole sexual con ella y otros compañeros de su salón y que no sólo había sido con ellos”, recordó.

“Sentí un dolor indescriptible, primero no lo aceptas, te preguntas qué pasó, qué dejaste de hacer, qué no viste, qué vas a hacer”.

A Renata sus agresores la engañaron, además de amenazarla con matar a su mamá y a su papá, le dijeron que ellos habían autorizado que le hicieran las cosas que le estaban haciendo, al grado tal que en una ocasión, mientras la niña era agredida, llamaron a Inés para que, mediante mentiras, accediera a tranquilizar a la pequeña de entonces cuatro años.

“Me hablaron y me dijeron que la tranquilizara porque se había echo del baño y que no paraba de llorar y gritar, yo le dije ‘mi amor, ¿qué pasó?, no te preocupes, ahorita va tu abuelita por ti’ pero ella no paraba de llorar, después dejé de escucharla y la persona que me llamó me seguía diciendo que le enviara ropa. Por eso ella me dijo que yo di permiso. Meses después hicieron exactamente lo mismo con mi esposo”, afirmó.

Aunque está estable, aún hay momentos en los que vuelve a recordar detalles de lo que le pasó o de sus agresores, incluso si Renata ve a otros niños llorar se angustia pues cuando ella estaba en la escuela escuchaba cómo sus compañeros y amigos eran agredidos y lloraban.

Luego de tres años de vivir desde el sentimiento de culpa por llevar a su hija al lugar donde la agredieron, entender que no fue su culpa y armarse de paciencia para apoyarla en todo momento, para Inés escuchar al juez Delgadillo Padierna en audiencia declarar culpable a Ramón Morales por la agresión contra Renata y los otros niños fue un alivio.

“Para nosotros fue que nos regalaron un cachito de justicia, escuchar que alguien más te crea, fue fabuloso porque en su momento en la fiscalía no nos escuchaban, no querían investigar o no podían por cuestiones de trámite; cuando escuchas por parte de una autoridad decir ‘te creo’, fue lo mejor”, comentó.

Por eso cuando le contó a su hija el resultado del juicio la niña gritó de emoción, brincó y celebró porque los niños habían ganado.

“Estábamos en la sala y brincó de alegría y me dijo mamá, ganamos los niños, por fin ganamos, la abracé y lloramos juntas, pero no de dolor sino de felicidad”, relató entre lágrimas.

“Ella me dice que cuando sea mujer grande como yo, si quiere ir a denunciar algo porque va a ser grande y va a tener más valor, quiere que la acompañe y, creo que estar ahí y siempre con ella es el mensaje que le quiero dejar: yo voy contigo, te creo”.

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