A sus 4 años, Valentino fue el primer niño de los casi 60 infantes agredidos en el kínder Champagnat, en alzar la voz y contar qué le estaba pasando.

Sus agresores utilizaron información personal de su expediente para amenazarlo con matar a sus familiares y con ello evitar que el niño hablara.

Flor, su mamá contó en entrevista que ella notó que algo estaba mal cuando vio que Valentino comenzó a tocarse de manera inadecuada argumentando que uno de sus maestros le había enseñado.

“El niño fue demasiado descriptivo cuando me contó y me dijo que reconocía perfectamente a la persona que hacía este tipo de cosas dentro del salón de clases”, dijo.

“Este señor se exhibía en frente de los niños y ahora entiendo que se los planteaban como clase del cuerpo”.

Luego de contarle a su esposo lo que estaba pasando decidieron ir a la escuela a denunciar donde le dijeron que iban a investigar.

“Conforme pasó el tiempo mi hijo nos refería más detalles de las agresiones, como la participación de otras personas, nos dijo que las maestras sabían lo que estaba pasando porque ellas dejaban a este señor entrar al salón”, recordó.

“Para mí fue caótico, traumático, doloroso, tuve rabia, no supe reaccionar, sólo le decía que le platicara a su papá, que él no hizo nada malo, que le faltaron al respeto, me dio miedo saber hasta qué grado había llegado la agresión, el hecho de que me dijera que estaba con sus compañeros significaba que todos los niños estaban en riesgo”.

A pesar de que Valentino alzó la voz y para su mamá es un verdadero héroe, actualmente no desea regresar a clases presenciales, por lo que el sistema de clases en línea que se implementó derivado de la pandemia le ha resultado benéfico para continuar con su educación.

“Hay una negativa rotunda de parte de él, y nosotros como padres también tenemos un temor constante, y no quiere regresar a clases presenciales, para él ha sido muy fuerte”, dijo.

Sin embargo, su mamá indicó que cuando Valentino se enteró de la sentencia impuesta a Ramón Morales comenzó a sentirse más seguro porque sabía que su agresor no iba a poder salir de la cárcel.

Agregó que aún siente culpa por no saber cómo ayudar a su hijo a salir adelante.

“Como mamá, como papá, vives con cierta culpa de cómo no te diste cuenta antes, con inseguridad porque no sabes cómo tratar esta situación”, señaló.

“Esto es algo que él va a cargar toda su vida, hay muchas inseguridades, momentos en que regresan las pesadillas, tiene desconfianza del mundo adulto porque prácticamente nosotros lo llevábamos a un lugar donde fue agredido diciéndole que era un lugar seguro creyendo que la escuela era un lugar seguro”.

Por ello, consideró que los papás también han requerido de mucha valentía y constancia para defender a sus hijos en casos como este.

“Muchos papás declinaron en el camino, otros no tenían el apoyo de su pareja, otros que no querían que su hijo fuera señalizado, muchos papás se quedaron en el camino, hubo niños que fueron a periciales y hasta ahí se quedaron. Este tipo de denuncias, tristemente, son las menos las que llegan hasta el final”, afirmó.

En el proceso, Flor aprendió que es muy importante para los papás pedir prueba anticipada en las fiscalías especializadas donde denuncien abuso sexual infantil para que sus hijos no tengan que declarar varias veces y no sean revictimizados.

“Admiro mucho la valentía de mi niño, que fue capaz de decir lo que pasaba y por eso lo pudimos apoyar y fue capaz de proteger a muchos niños porque cuando él habló, muchos niños se decidieron a hablar, por eso me gustaría que sepa que lo admiro mucho y que siempre lo voy a apoyar”, concluyó.

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