Las autoridades filipinas advirtieron de un "tsunami devastador" y exhortaron a la población de zonas costeras a desplazarse hacia el interior, después de que un terremoto de magnitud 7.6, seguido de una fuerte réplica, sacudiera la isla de Mindanao, en el sur del archipiélago.

El sismo se produjo a una profundidad de 32 kilómetros hacia las 22H37 hora local (14H37 GMT), a unos 21 km al noreste del municipio de Hinatuan, en la provincia de Surigao del Sur, en la isla de Mindanao, informó el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).

"Se espera un tsunami devastador con olas cuya altura representa una amenaza para la vida", declaró el Instituto filipino de Vulcanología y Sismología en la red social X.

"Entramos en pánico"

Dyl Constantino, de 25 años, se encontraba en la isla de Siargao, en el noreste de Mindanao, cuando se produjo la sacudida.

"Fue el terremoto más largo y fuerte que he vivido, probablemente duró unos cuatro minutos", contó a la AFP.

"Aquí estamos acostumbrados a sismos pero este fue diferente porque las puertas realmente temblaron y todos entramos en pánico", continuó.

Anna Quinones, funcionaria de situaciones de emergencia en la ciudad de Davao, afirmó que estaban supervisando la costa.

"La marea todavía está alta y no notamos nada inusual", indicó.

Bethanie Valledor, de 24 años, dormía en un hotel en la ciudad de Bislig, a unos 20 km al suroeste de Hinatuan, cuando el temblor la despertó.

"Sentí como si la habitación en donde nos alojamos fuera a ser destruida", relató a la AFP.

"Estamos muy cerca del mar. El dueño del hotel nos pidió evacuar inmediatamente. Sinceramente, estaba gritando. Entré en pánico", detalló.

El terremoto se produce casi dos semanas después de que otro sismo de magnitud 6.7 golpeara Mindanao, causando al menos nueve muertos, sacudiendo edificios y derrumbando parte del techo de un centro comercial.

Los sismos son habituales en Filipinas, que se sitúa a lo largo del "Anillo de Fuego", un arco de intensa actividad sísmica y volcánica que se extiende desde Japón hasta el Sudeste Asiático y la cuenca del Pacífico.

La mayoría son demasiado débiles y no se sienten, pero los terremotos fuertes y devastadores se producen al azar y no hay tecnología disponible para predecir cuándo y dónde ocurrirán.

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