La celebración ayer en Estados Unidos del Día de los Veteranos tuvo un sabor amargo para ex combatientes hispanos como Mario Martínez, que temen ser deportados a pesar de haber puesto en riesgo su vida por el país.

“Si me dijeran que tengo que ir a la cárcel unos cinco años para que no me deporten, yo lo haría. Prefiero estar encerrado a estar lejos de mi familia y mi país”, dijo este ex soldado de 54 años y oriundo del estado mexicano de Durango.

El inmigrante llegó a EU cuando tenía tres años. A los 16 se reclutó en las Fuerzas Armadas y a los 17 ya hacía parte del ejército, a la vez que era un residente permanente. “Cuando entramos al ejército nos dijeron que éramos americanos; yo era tan joven que me lo creí”, contó Martínez, quien por seis años prestó sus servicios al país. Estuvo asignado en la antigua Alemania Occidental y durante su estancia vigiló el muro de Berlín. Hoy, casi cuatro décadas después de haber peleado por EU, irónicamente el gobierno lo quiere poner al otro lado de la frontera.

En 2008, durante una discusión con su novia, ella resultó herida. El inmigrante se sometió a juicio y fue condenado a cinco años en una prisión estatal. “Desde que entré me vieron con apellido latino y me pusieron en una lista para pasar a inmigración cuando saliera”, dijo.

Al terminar su sentencia en 2013, las autoridades migratorias lo enviaron a un centro de detención en el que pasó 10 meses hasta lograr que le dieran una fianza, y desde ese momento lucha para quedarse en el país que considera su “casa”. “Yo ya pagué mi equivocación con la justicia y no me parece justo que me castiguen nuevamente”, reclamó.

Según Héctor Barajas, director y fundador de la Casa de Apoyo a los Veteranos Deportados, en Tijuana, no hay una cifra exacta de los veteranos con residencia permanente que han sido deportados o que están peleando sus casos. Sin embargo, un reporte de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU) estima en más de 230 los veteranos de guerra deportados por no haber tramitado su ciudadanía.

Barajas hace parte de esta estadística tras ser deportado en 2004 por disparar a un vehículo. Como muchos, el ex combatiente logró regresar a EU en calidad de indocumentado, pero una falta de tráfico lo puso nuevamente en manos de las autoridades de inmigración. “Yo era residente legal y no me esforcé en hacerme ciudadano, ahora mi lucha es por regresar para estar con mi familia”, afirma Barajas en conversación telefónica. Ayer se reunió con otro grupo de veteranos a unos pasos del cruce fronterizo entre Tijuana y San Diego para conmemorar su día.

Martínez ha demostrado tener una buena conducta y en la cárcel perteneció al grupo de reos que ayudaba a combatir los incendios. A los pocos días de recuperar su libertad, regresó a su trabajo, el cual ha mantenido por más de 20 años, y compró una casa y vive con su hijo de 25 años.

El ex combatiente debe presentarse ante un juez migratorio en 2020, pero su esperanza es que el gobernador de California, Jerry Brown, le otorgue un perdón, como hizo en abril con otros tres veteranos, y limpiar su récord criminal. “Espero que el gobernador vea cuánto quiero a este país, y que aún tengo que aportarle”, señaló.

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