Bruselas.— Los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea (UE) se reúnen hoy y mañana en esta ciudad para celebrar una crucial cumbre en la que están obligados a demostrar que son capaces de superar sus diferencias para evitar la parálisis.

“Este es el Consejo Europeo más importante de muchos años, la UE pocas veces ha estado tan dividida en los temas clave de una cumbre”, asegura John Springford, subdirector del think tank Centre for European Reform.

La ministerial abrirá hoy con el tema más tóxico de la agenda, migración y política de asilo.

A diferencia del pasado, el desacuerdo es esencialmente político y no provocado por un nuevo éxodo migratorio. De acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en 2017 se registraron 1.2 millones de solicitudes de asilo, por debajo de las 1.6 de 2016.

Por su parte, la Organización Internacional de las Migraciones contabiliza la llegada a Europa de poco más de 40 mil migrantes en lo que va del año, muy distante de los niveles de 2015, cuando se registró una avalancha estimada en un millón de personas.

Las discusiones se desarrollarán prácticamente entre tres bandos: los países del norte de Europa están empeñados en conservar intacta y a cualquier precio la zona de libre circulación de personas Schengen, y entre las soluciones que proponen sobresale la idea de una dura frontera exterior con campos de acogida en el exterior de la Unión.

Esta fracción enfrenta una presión adicional provocada por la sensible posición en la que se encuentra la canciller alemana.

Angela Merkel tiene que encontrar una solución sobre los flujos migratorios para evitar la ruptura entre su partido, la Unión Cristianodemócrata (CU) y la Unión Socialcristiana (CSU) del ministro del Interior Horst Seehofer, quien encabeza una rebelión contra la política solidaria de la canciller.

Por otra parte, Italia y Grecia dicen no poder seguir cargando con toda la responsabilidad y demandan el apoyo del bloque en su conjunto, concretamente exigen una justa repartición de los refugiados.

Roma, bajo el mando del ministro del Interior, el ultranacionalista Matteo Salvini, ya ha comenzado a tomar acciones unilaterales, como fue el rechazo del arribo a suelo italiano de dos embarcaciones con inmigrantes rescatados por las ONG Lifeline y SOS Mediterranée, con un total de 854 personas a bordo.

El tercer frente lo integran Polonia, Hungría y República Checa, caracterizado por resistirse a las normas de solidaridad planteadas por Bruselas. Piden el cierre de la frontera sur alemana y el retorno de los refugiados a Italia y Grecia en cumplimiento del Reglamento de Dublín, el cual establece que debe ser el primer país europeo al que entran los migrantes el encargado de examinar las solicitudes de asilo.

“Lo que es seguro acerca de esta cumbre es que los líderes de la UE no encontrarán una solución milagrosa; no hay una solución mágica para un problema tan complejo en una atmósfera tan tensa”, dijo Giles Merritt, director del think tank Friends of Europe.

Para el viernes está previsto que la UE, sin la participación de Gran Bretaña, discuta sobre los limitados avances en las negociaciones del Brexit y la reforma de la Unión Económica y Monetaria propuesta por el eje francoalemán.

La iniciativa redactada por Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron contempla un presupuesto común para la eurozona y reforzar el fondo de rescate con miras a convertirlo en una versión europea del Fondo Monetario Internacional.

Sin embargo, ese plan enfrenta la oposición de Estonia, Finlandia, Irlanda, Letonia, Lituania, Dinamarca y Holanda.

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