Al menos 26 personas murieron y una veintena resultaron heridas, algunas de gravedad, en el un tiroteo sucedido en una iglesia de una pequeña comunidad de Texas. Se trata del quinto peor episodio de estas características de la historia reciente de Estados Unidos, acontecido tan sólo 35 días después de la mayor masacre de ese país, en Las Vegas, Nevada.

Según el relato de las autoridades, a las 11:20 de la mañana (hora local), poco después del inicio del servicio religioso, un hombre de raza blanca en sus veintes —identificado de forma extraoficial como Devin Patrick Kelley, de 26 años, ex oficial del ejército del aire despedido deshonrosamente—, vestido con ropa negra y equipamiento militar, empezó a disparar en los alrededores de la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, al suroeste de San Antonio.

El hombre entró al recinto y siguió disparando con un rifle de asalto semiautomático de forma indiscriminada. Después volvió a salir del edificio. Un vecino de la zona, alertado por los disparos, lo enfrentó con su escopeta, hiriéndolo. El sospechoso dejó su arma en el suelo y huyó del lugar, dejando atrás víctimas entre los cinco y los 72 años.

La policía encontró el cuerpo sin vida del joven en su automóvil, con el que trató de escapar; no se sabe si falleció por suicidio o fruto de los disparos recibidos.

En el vehículo se hallaron “numerosas” armas. En el que se cree que es su perfil de redes sociales, hace una semana colgaba una fotografía del rifle con el que realizó el ataque, admirando qué “cabrona” era el arma.

“Es el tiroteo más mortífero de la historia de Texas”, confirmó el gobernador del estado, Gregg Abbott. Las autoridades descartaron en un principio cualquier tipo de lazo con una trama terrorista, para un suceso que acabó con la vida de 26 personas de una comunidad de 362: falleció el 7% de la población.

Las autoridades no quisieron identificar a las víctimas, de las que 23 murieron en el interior de la iglesia, dos en el exterior y una en su traslado al hospital, “demasiadas” en palabras de Abbott.

Por el momento solamente se conoce el fallecimiento de la hija adolescente del pastor de la iglesia, de 14 años, y la muerte de una mujer embarazada, así como de varios niños.

Abbott auguró un “duelo largo y doloroso” para una comunidad que, según la editora del periódico local, Nannette Kilbey-Smith, representa la “quintaesencia de lo que es una pequeña iglesia rural”.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, expresó su pesar por un “tiroteo horroroso” y un “acto de maldad”, desde Japón, primera parada de su gira asiática.

“A través de las lágrimas y la tristeza, nos mantenemos firmes”, dijo el mandatario a sus conciudadanos.

Barack Obama, ex presidente de EU, escribió en Twitter: “Nos solidarizamos con todas las familias de Sutherland Spring lastimadas por este acto de odio y estamos con los sobrevivientes mientras se recuperan”.

En un segundo tuit, Obama cuestionó las medidas de EU en materia de armas. “Que Dios nos conceda la sabiduría para cuestionar qué pasos concretos podemos tomar para reducir la violencia y las armas en nuestro medio”, escribió.

El tiroteo es el quinto peor de la historia moderna de Estados Unidos y el más mortífero ocurrido en un lugar de culto. El último que aconteció en una iglesia fue en julio de 2015, cuando el autodenominado supremacista blanco Dylan Roof entró en una iglesia de Charleston (Carolina del Sur) y mató a nueve afroamericanos. En enero fue condenado a muerte.

La Primera Iglesia Bautista de Texas tenía la costumbre de grabar sus oficios para colgarlos en las redes sociales, lo que permitirá al FBI acelerar en la investigación de este ataque.

Desde México, el presidente Enrique Peña Nieto expresó sus condolencias y solidaridad con el pueblo de Texas, por el tiroteo.

“Lamento el trágico incidente ocurrido en una iglesia en Sutherland Springs, Texas. Nuestra solidaridad y condolencias a todos los afectados”, escribió el presidente Peña Nieto en su cuenta de Twitter.

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