El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, renunció ayer a su cargo tras nueve años en el poder luego de haber sido presionado por su partido, el Congreso Nacional Africano (CNA), que había pedido su dimisión el martes.

De esta manera, Zuma, de 75 años, acorralado por escándalos de corrupción, se adelantó a una moción de censura prevista para hoy mismo en el Parlamento.

En un discurso a la nación, Zuma dijo que está orgulloso de haber luchado con el CNA contra “siglos de brutalidad de la minoría blanca”.

Añadió que no entiende por qué su partido pidió su renuncia inmediata, pero que se pliega a la voluntad de la organización.

“El CNA no se debe dividir en mi nombre”, dijo. “Serví al pueblo sudafricano lo mejor que pude”, expresó, al tiempo que agregó que para él fue un honor haberlo hecho.

“No se equivoquen, ningún líder debe permanecer más allá del tiempo determinado por las personas a las que sirve”, afirmó en su declaración.

La renuncia de Zuma allana el camino al presidente del CNA y hasta ahora vicepresidente Cyril Ramaphosa, de 65 años, que este viernes tiene previsto asumir como nuevo jefe de Estado.

Por su parte, el CNA dijo que aceptaba la renuncia de Zuma, porque “proporciona certeza al pueblo de Sudáfrica en un momento en que los desafíos económicos y sociales que enfrenta el país requieren una respuesta urgente y resuelta de todos los sectores de la sociedad”.

Los legisladores del gobernante CNA querían quitar a Zuma del poder durante la sesión de hoy, junto con los de la oposición. Habría sido la primera vez en la joven democracia sudafricana desde 1994.

Ahora, el CNA espera que sus miembros en el Parlamento elijan a Ramaphosa como el sucesor de Zuma, dijo en un comunicado el subsecretario general del partido, Jesse Duarte.

Hasta ayer por la mañana, Zuma se resistía en el cargo y había dicho que no veía los motivos para dejarlo. “Nadie me dio una explicación de lo que supuestamente hice. Lo encuentro injusto, muy injusto”, dijo en una entrevista. Este era su segundo mandato y debía concluir en 2019.

En tanto, el principal partido de la oposición, la Alianza Democrática (DA), celebró el final de lo que describió como “la larga y dolorosa presidencia de Zuma”.

“Más personas están desempleadas, y más personas viven en la pobreza que cuando asumió el cargo. En su presencia, se ha permitido que la corrupción florezca hasta el punto de casi destruir nuestro país y capturar por completo el Estado y el sistema judicial”, dijo el líder de la DA, Mmusi Maimane, en un comunicado.

“Después de deshacerse de Zuma, el CNA debe mostrar una seria intención de deshacerse de otros individuos corruptos”, agregó el opositor.

Pese a las graves acusaciones de las autoridades independientes anticorrupción, Zuma no ha sido demandado. Él niega todas las acusaciones.

Durante las negociaciones con los líderes del CNA, Zuma dijo que, en principio, había aceptado dimitir, pero presentó un “paquete” de demandas que incluía su permanencia en el poder durante varios meses más, algo que las autoridades partidarias no aceptaron.

En épocas del apartheid en Sudáfrica, Zuma fue integrante de la dirección del CNA en el exilio. Por su lucha contra el gobierno racista blanco estuvo 10 años en la cárcel.

La presidencia de Zuma se vio ensombrecida por las acusaciones de que garantizó acuerdos comerciales a una familia de empresarios, los hermanos Gupta, y de que les permitió tener influencia en la política, desde el nombramiento de ministros y directores de empresas estatales, algo que no está permitido.

En tanto, ayer la policía arrestó a tres personas en la casa de la familia Gupta en Johannesburgo. Medios locales indicaron que entre los detenidos hay dos Gupta. AFP

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