La vocación del argentino Fabián Arias siempre fue clara. Muy joven ingresó al seminario Santa María de Buenos Aires y se ordenó como sacerdote. En 2002, cuando se mudó a Nueva York, tomó la opción de la iglesia Luterana y cinco años después se vio convertido en “papá” de más de 20 jóvenes.

“Desde que llegué me involucré con todo el tema de inmigración, siempre han sido tiempos de extrema preocupación para los indocumentados. [Los presidentes] George W. Bush y Barack Obama llevaron a cabo deportaciones masivas que les costó a millones de personas y miles de familias lo que yo califico de destierro, porque este país ya era su tierra, además de las separaciones familiares que son terribles. Aunque en estos tiempos —de Donald Trump— se ha hecho más delicado todo”, contó a EL UNIVERSAL.

Entre 2006 y 2007 el padre Fabián se interesó mucho en el concepto de los lugares “santuario” e hizo de su iglesia, “Saint Peter”, un santuario para los indocumentados que lo necesitaran.

Pero su misión inició en 2007 cuando “un joven que se llama Hermes Espinoza se acercó y me hizo un pedido muy especial: que lo pidiera legalmente bajo mi tutela. Una orientadora de la escuela se lo había sugerido. Tenía miedo de ser deportado, ya le habían matado a un hermano en Guerrero [México] por ser homosexual igual que él”, relató el sacerdote.

De esa manera surgió su primera tutela legal en Estados Unidos. “Accedí, acudimos a un abogado y llevamos a cabo el trámite”.

Recordó que Hermes tenía 17 años cuando lo conoció, ahora tiene 25, y luego llegó Octavio Godínez, también mexicano, actualmente de 23 años, y ambos le ayudan con los otros 25 chicos bajo su tutela, la mayoría mexicanos.

La iglesia del padre Fabián forma parte de una red de 12 iglesias en Manhattan que conforman el “Nuevo Movimiento Santuario”.

“No es un concepto necesariamente nuevo, aunque sí renovado”, precisó.

“En 1980 el pastor John Fife, en Arizona, fundó un movimiento similar, que tenía otro nombre, pero que daba algún tipo de protección a indocumentados y lo que nosotros estamos haciendo es seguir la obra de Fife de una manera adaptada a la actualidad y de hecho somos alrededor de 800 iglesias en todo el país —apoyando así a los indocumentados”, dijo.

Entre los 27 jóvenes que hoy están bajo la tutela del padre Arias y de otros adultos que él lidera, hay sólo cuatro mujeres.

El proceso de solicitud de tutela legal en Estados Unidos dura entre tres y seis meses. “Se contacta a los padres biológicos o a sus tutores legales en su país de origen, una corte evalúa los datos y también el ambiente donde van a vivir, las condiciones dentro de casa y fuera; y por último un Juez de lo Familiar da su aprobación —o no— para que se lleve a cabo la tutela”, describió el religioso.

Una vez que se autoriza, a estas personas se les da un permiso de trabajo y a los tres años pueden tramitar su residencia legal. “Su condición como jóvenes que han sufrido algún tipo de violencia o abandono los coloca en una situación privilegiada para que en este país se pueda llevar a cabo este tipo de trámites legales. Algunos aún están en proceso, pero la mayoría ya cuenta con permiso de trabajo y otros incluso ya tienen su green card [residencia legal]”, explicó emocionado.

Una tutela es diferente a una adopción porque el tutor “se convierte en guardián legal de una persona; te responsabilizas de que no le falte nada para que pueda vivir dignamente, pero también eres responsable de que no se vaya a meter en problemas. Hay más responsabilidad que una adopción, porque en la adopción —el menor de edad— pasa a ser tu hijo legalmente, pero si se mete en problemas a ti no te afecta legalmente. En el caso de la tutela, tú llevas responsabilidad de las acciones ”, explicó.

El padre Fabián dice que se ha tenido que enfrentar a críticas de grupos y personas, debido a la mala fama que los curas pederastas le han dado a las instituciones cristianas.

“Afortunadamente estamos bajo supervisión gubernamental, en tanto los chicos no cumplen su mayoría de edad —21 años— y trabajadores sociales vienen y platican con ellos”, narró.

Ahora, el padre ha llegado a ser “abuelo”. “Algunos chicos han tenido hijos y ellos son mis nietos —ríe— así que no me puedo quejar; Dios ha sido muy bondadoso con todos nosotros, especialmente conmigo al permitirme hacer esta obra en su nombre”, concluyó.

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