El papa Francisco denunció hoy en la suroriental ciudad peruana de Puerto Maldonado la destrucción de los recursos naturales de la Amazonia , una vasta zona del área central y norte de América del Sur que abarca la selva de la cuenca del río Amazonas y es el bosque tropical más extenso del mundo, y acusó que existe una “fuerte presión por grandes intereses económicos que dirigen su avidez” sobre petróleo, gas, madera, oro y monocultivos agroindustriales.

En su primer discurso de la visita que inició ayer en la tarde a Perú y concluirá el domingo, Francisco ratificó que “probablemente los pueblos originarios amazónicos nunca hayan estado tan amenazados en sus territorios como lo están ahora. La Amazonia es tierra disputada desde varios frentes” y mencionó el “neo—extractivismo” y los grandes intereses económicos.

En un encuentro en un coliseo regional con comunidades de los pueblos amazónicos , recalcó que “la amenaza contra sus territorios también viene por la perversión de ciertas políticas que promueven la ‘conservación’ de la naturaleza sin tener en cuenta al ser humano y, en concreto, a ustedes hermanos amazónicos que habitan en ellas”.

“Sabemos de movimientos que, en nombre de la conservación de la selva, acaparan grandes extensiones de bosques y negocian con ellas generando situaciones de opresión a los pueblos originarios para quienes, de este modo, el territorio y los recursos naturales que han en ellos se vuelven inaccesibles. Esta problemática provoca asfixia a sus pueblos y migración de nuevas generaciones ante la falta de alternativas locales”, advirtió.

Y, de seguido, exigió: “Hemos de romper con el paradigma histórico que considera la Amazonia como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes”.

Con una extensión de unos seis millones de kilómetros cuadrados y una de las regiones con mayor biodiversidad del mundo, los países que son parte de la Amazonia son Brasil, Perú, Colombia, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Guyana y Surinam . En noviembre de 2011 fue declarada como una de las siete maravillas naturales del orbe.

En este panorama, el Papa subrayó: “Permítanme una vez más decir: ¡Alabado seas Señor por esta obra maravillosa de tus pueblos amazónicos y por toda la biodiversidad que estas tierras envuelven! Este canto de alabanza se entrecorta cuando escuchamos y vemos las hondas heridas que llevan consigo la Amazonia y sus pueblos. Y he querido venir a visitarlos y escucharlos, para estar juntos en el corazón de la Iglesia, unirnos a sus desafíos y con ustedes reafirmar una opción sincera por la defensa de la vida, defensa de la tierra y defensa de las culturas”.

En el inicio de sus actividades de hoy, el Pontífice viajó en la mañana en avión desde Lima hacia Puerto Maldonado , en el sureste de Perú , capital del departamento de Madre de Dios y cerca de la frontera con Brasil y Bolivia, y por la tarde retornará a Lima. Mañana viajará a la norteña ciudad de Trujillo y regresará a esta capital, y el domingo concluirá periplo por Perú con un programa en Lima, desde donde viajará de vuelta a Roma.

Defensa ambiental. La visita del Papa a Puerto Maldonado , en la Amazonia y conocida como Capital de la Biodiversidad , está marcada por el medio ambiente por el impacto de la actividad minera y por el aislamiento de poblados indígenas.

Como zona selvática, Madre de Dios está catalogada como uno de los sitios con mayor biodiversidad del mundo. También es el hogar de 10 pueblos indígenas u originarios identificados, algunos de los cuales están en una situación de aislamiento: amahuaca, ashaninka, ese eja, harakbut, iñapari, kichwa, matsigenka, mascho piro, shipiko-konibo y yine.

En su alocución, el Papa mencionó que al encuentro también acudieron los shipibos, yaneshas, kakintes, nahuas, yaminahuas, juni kuin, madijá, manchineris, kukamas, kandozi, quichuas, huitotos, shawis, achuar, boras, awajún y wampis, entre otros.

La extracción de oro por unos 30 mil mineros informales, en un fenómeno que se remonta a la década de 1970 y se aceleró en los últimos 20 años, contamina la selva y sus ríos con unas 40 toneladas de mercurio al año y provoca una deforestación de unas 32 mil hectáreas por parte de madereros y agricultores, según diversos informes conocidos en esta ciudad.

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