Washington.— Gina Haspel, la nominada por la Casa Blanca para liderar la Agencia Central de Inteligencia (CIA), prometió ayer en su audiencia de confirmación ante el comité de inteligencia que no reanudará “bajo ninguna circunstancia” el programa de torturas que la agencia implementó tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 (11-S).

Haspel, actual directora de la CIA de forma interina y número dos de la agencia en los últimos 15 meses, llegó al escrutinio de los senadores con la oportunidad de hacer historia como primera mujer al frente de la CIA, pero arrastrando un historial de permisividad de torturas e incluso eliminación de pruebas de interrogatorios extremos, que hicieron que su confirmación en el puesto esté contra las cuerdas. Más teniendo en cuenta que el presidente de EU, Donald Trump, hizo campaña asegurando que quería reforzar las torturas e incluso hacerlas más duras.

La promesa de Haspel sirvió para distanciarse del mandatario, añadiendo que tiene su propia “brújula moral” y que no cree que Trump le pida que permita la tortura, técnica prohibida en 2009 por el entonces presidente Barack Obama y sentenciada a través de legislación en 2015. “No permitiría que la CIA empezara una actividad inmoral, incluso si es legal técnicamente”, dijo Haspel, quien se comprometió a llevar a cabo acciones “consistentes con los valores estadounidenses”.

Sin embargo, no quiso determinar si consideraba que las técnicas de ahogamiento simulado a acusados de terrorismo, técnicas que supervisó y permitió en el pasado, eran correctas. Por contra, Haspel defendió las sesiones de interrogatorio extremo ya que sirvieron para conseguir información y estaban autorizadas por los altos mandos del gobierno.

La nominada para dirigir la CIA, una espía de larga trayectoria en la agencia, esquivó como pudo los ataques de los senadores —especialmente demócratas—, quienes la presionaron sobre su pasado, especialmente su papel en la eliminación de pruebas de torturas a sospechosos de formar parte de la red terrorista Al-Qaeda, información que quedó reflejada en un cable de la inteligencia de EU escrito por ella misma. Al respecto, Haspel admitió que hoy en día no hubiera destruido las cintas.

El proceso de confirmación no será fácil. La votación en el Senado, para la que aún no hay fecha, se prevé ajustada ante la pírrica mayoría republicana. De momento sólo un demócrata, Joe Manchin, ha dado su apoyo a Haspel. Sin embargo un peso pesado de los republicanos, Rand Paul, ha dicho que votará “no” por el pasado de Haspel. Otro que es probable que vote en contra de su propuesta es John McCain, veterano de guerra que sufrió torturas en Vietnam y defensor de la necesidad de acabar con este tipo de interrogatorios.

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