Managua.— Después de una jornada de tres días seguidos de protestas, cerca de 200 personas, entre estudiantes, periodistas y religiosos, llegaron ayer a la catedral de Managua tras haber sido liberados de la iglesia en la que permanecieron sitiados por paramilitares durante alrededor de 12 horas.

El ataque dejó dos estudiantes muertos y dos heridos, informó el cardenal Leopoldo Brenes; sin embargo, medios internacionales reportan hasta 16 lesionados.

En tanto, centenares de nicaragüenses participaron en una caravana de vehículos por las calles de la capital para exigir democracia y justicia por los muertos en las manifestaciones contra el gobierno de Daniel Ortega.

El nuncio apostólico en Nicaragua, el obispo polaco Stanislaw Waldemar Sommertag, instó al gobierno de Ortega y a la opositora Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia a revivir el diálogo nacional para superar la crisis que atraviesa el país y que ha segado al menos 351 vidas.

Brenes dijo que dos jóvenes resultaron lesionados por impactos de bala la noche del viernes, cuando grupos parapoliciales atacaron la sede de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN), donde permanecían atrincherados unos 150 estudiantes que desde abril protestan contra el gobierno de Ortega.

Tras el violento desalojo, los universitarios se refugiaron en la parroquia Divina Misericordia y fueron atacados por los paramilitares.

“Las balas nos pasaban silbando por encima de la cabeza”, dijo uno de los estudiantes rescatados. Los paramilitares estaban a 50 metros desde donde “nos atacaron sin piedad e hicieron dos intentos de quemar la iglesia con nosotros adentro”, relató el joven, quien se identificó como El Negro.

“No sentí miedo, pero sí mucha impotencia porque ellos nos atacaron con fusiles AK-47, Dragunov y granadas; nosotros sólo teníamos morteros artesanales y las barricadas”, manifestó otro estudiante.

Dos jóvenes perdieron la vida y dos más resultaron heridos en ese lugar, indicó Brenes.

Uno de los fallecidos fue identificado como Gerald Vásquez, de 20 años, quien estudiaba para técnico en construcción en la estatal UNAN. El otro sólo ha sido identificado como Francisco.

Los jóvenes —quienes se encontraban encerrados junto con una decena de estudiantes, tres periodistas, médicos y sacerdotes— murieron tras recibir certeros disparos, informaron los sacerdotes.

Los demás lograron salir en vehículos, camionetas y un autobús escoltados por obispos y la Cruz Roja Nicaragüense, gracias a la mediación del Episcopado. Fueron recibidos por una multitud que coreaba canciones de protesta y se reencontraron con sus familiares, a quienes no veían desde hace dos meses.

Brenes aseguró que los jóvenes se encuentran bien y que organismos de derechos humanos les ofrecerán protección y resguardo, pues temen que podrían ser arrestados o asesinados si regresan a sus casas.

Miles de ciudadanos participaron en la caravana Juntos somos un volcán, convocada por la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia; los nicaragüenses demandaron la dimisión de Ortega, a quien responsabilizan por las 351 personas muertas en casi tres meses.

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