Cuando los seguidores del movimiento alemán Pegida, tomaron las calles de Dresde durante la víspera de Navidad de 2014 para corear los eslóganes “no a la islamización” y “nosotros somos el pueblo”, Luicy Pedroza se planteó seriamente regresar a México “horrorizada por tanto odio”.

Pero cuando miles de alemanes se movilizaron espontáneamente en 2015 en diversos puntos del país para acoger a “los refugiados de Merkel” con víveres, ropa y hasta peluches, Pedroza se conmovió tanto que optó por seguir con su proyecto de vida en la ciudad de Berlín.

Ahora, la egresada del Colegio de México acude a las urnas este domingo convencida de que a través de su voto puede contribuir directamente a que Alemania continúe siendo la nación abierta y tolerante que tanto admira y respeta.

“Con mi voto quiero decir que somos más los que rechazamos en éste país el odio, el racismo y un nacionalismo que lleva a deshumanizar al individuo”, dice a EL UNIVERSAL la investigadora del Instituto Alemán de Temas Globales.

“Hay canales para ponerles un alto para evitar que contaminen la política con su discurso, y las urnas es uno de ellos. Por eso es importantísimo votar, porque los que más se movilizarán en estas elecciones serán aquellos que tienen coraje”, indica.

Otro voto a favor de la diversidad es el que depositará en las casillas teutonas el originario de la Ciudad de México, Carlos González.

A su debut en unos comicios germanos, González dice llegar motivado y con un mensaje muy claro: “Mi voto es una apuesta absoluta a la multiculturalidad como la mejor opción para Alemania y Europa”.

“El aislamiento que significa el discurso nacionalista me parece anacrónico y contrastante con la realidad; el futuro es para gente como mis hijas, cuyas raíces son de varios sitios”, dice.

“La avalancha de la cuestión migratoria los va a rebasar tarde o temprano, y eso deben entenderlo”, continúa el periodista residente en el país más poblado de la Unión Europea desde hace 12 años y quien no ve con malos ojos que la canciller Angela Merkel obtenga un cuarto mandato.

El mexicano Zachri Zequera, de 37 años, está indeciso. El maestro de guitarra asegura que no votará por la canciller porque “tiene muchos problemas con sus políticas”, entre ellas, la ausencia de crítica a la administración del presidente de México, Enrique Peña Nieto, por su precario récord en materia de derechos humanos.

Tampoco encuentra entre los partidos de oposición quién represente sus intereses. Considera que no ofrecen una alternativa al modelo establecido por los conservadores de Merkel.

Pero lo que sí tiene claro, es que hay que evitar otro susto como el de las elecciones regionales de marzo de 2016, cuanto el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) entró por vez primera al Parlamento de tres regiones y en el estado de Sajonia-Anhalt obtuvo 24% de los votos convirtiéndose en segunda fuerza política.

“No me voy a abstener, ejerceré mi derecho buscando rechazar a Merkel y contener al AfD”, dice el músico, radicado desde 2005 en Müllheim, cerca a la frontera con Suiza y Francia.

Los últimos sondeos otorgan al AfD entre 9% y 12% de los votos. De confirmarse esa dinámica, el partido habrá alcanzado los objetivos fijados por sus dirigentes: colocarse como la tercera fuerza política en el Parlamento Federal, detrás de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y los Socialistas, y convertirse en la primera fuerza de oposición en el país.

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