Ciudad del Vaticano.— El papa Francisco dijo ayer sentir “dolor y vergüenza” y pidió perdón ayer por haber incurrido en “graves equivocaciones de valoración” en casos de pederastia y su encubrimiento en la Iglesia católica, investigados recientemente por una misión del Vaticano enviada a Chile, y convocó a los 32 obispos del país sudamericano a Roma.

Francisco envió una inesperada carta a los purpurados chilenos reunidos en su asamblea anual en Punta de Tralca —balneario ubicado a 120 kilómetros al noroeste de Santiago—, en la que resumió aspectos de su visita a Chile en enero y su nueva mirada sobre las agresiones sexuales a menores tras conocer el informe de su enviado especial a Chile, monseñor Charles Scicluna.

El Papa argentino admitió haber “incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón”, afirmó en la misiva, en la que añadió: “Creo poder afirmar que todos los testimonios recogidos en ellas [las actas de la investigación] hablan de un modo descarnado, sin aditivos ni edulcorantes, de muchas vidas crucificadas y les confieso que ello me causa dolor y vergüenza”.

El arzobispo de Malta, Charles Scicluna, fue enviado a Chile en febrero por el Pontífice para escuchar testimonios que acusan el encubrimiento de abuso sexual por parte del obispo de la ciudad de Osorno (sur), Juan Barros, pero que luego incluyó la escucha a víctimas de pederastia en colegios de la Congregación Marista.

Barros está acusado de encubrir los abusos sexuales reiterados del influyente sacerdote Fernando Karadina, condenando en 2011 por el Vaticano a una “vida de oración y penitencia” luego de que la justicia local declarara prescritos los cargos por abuso sexual. Después de retornar a la Santa Sede, Scicluna entregó un informe de su visita a Francisco, quien durante su visita a Chile, en enero, defendió a Barros, lo que desató intensas críticas.

A mediados del 2017, con la denuncia de varias víctimas y un recurso legal interpuesto por la propia Congregación Marista ante la justicia chilena, acusando de pederastia a uno de sus miembros, se abrió un nuevo frente para la Iglesia católica en Chile que en los últimos años se vio asediada por denuncias similares.

En el mensaje, Francisco no ofreció ninguna resolución sobre el caso Barros, aunque convocó a los obispos chilenos a Roma para “dialogar sobre las conclusiones de la mencionada visita y mis conclusiones”.

Francisco pidió, además, perdón “a todos aquellos a los que ofendí”, y anunció que se reunirá con representantes de las personas entrevistadas por quienes condujeron el proceso de escucha confiado.

“Apreciamos el cambio de mirada que el Papa está mostrando en su misiva, valoramos su petición de perdón y la aceptamos. Confiamos que ese arrepentimiento se expresará en acciones concretas”, afirmó en una declaración pública la llamada “Comunidad de laicos y laicas de Osorno”, que exige la renuncia del obispo.

En contraste, un grupo de víctimas de abusos sexuales por parte de religiosos conocido como “caso maristas en Chile”, consideró poco alentadora la carta de Francisco. “En tanto Francisco hable de errores, pecados y omisiones y no se refiera a los hechos como delitos, a los perpetradores como delincuentes y entregue los antecedentes que tiene a la justicia ordinaria de los países en cuales se cometieron tales crímenes, nos mantenemos lejos de la justicia”, señaló en una misiva en la que exhortó al jerarca católico a tomar “medidas concretas” que acaben con la impunidad.

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