Washington.— Alrededor de un millón de personas, en su mayoría estudiantes, salieron ayer a las calles de 800 ciudades en Estados Unidos y el mundo para decir “basta” a la falta de control de armas en Estados Unidos, en la denominada “Marcha por Nuestras Vidas”.

En la capital estadounidense, la marcha reunió a medio millón de personas y algunas fuentes hablaban de hasta 800 mil. Convocados por los estudiantes del instituto Marjory Stoneman Douglas de Parkland, Florida, donde el pasado 14 de febrero un tiroteo se saldó con la muerte de 17 personas, los participantes unieron sus voces contra la clase política para exigirles leyes de armas más estrictas y advertir que, de lo contrario, los echarán de sus cargos mediante el voto.

“Protejan a los niños, no las armas”. Una marea de pancartas como esa inundó la principal arteria de Washing-ton, DC. Muchos jóvenes, pero también familias enteras y personas mayores, se agolparon para criticar al presidente Donald Trump, a los congresistas y, en especial, al poderoso lobby armamentístico, capitaneado por la Asociación Nacional del Rifle (NRA).

“Cuando los políticos mandan sus pensamientos y plegarias, pero no pasan a la acción, decimos: ‘Nunca más’. Nos vamos a deshacer de los servidores públicos que sólo sirven al lobby de las armas. Vamos a salvar vidas”, proclamó David Hogg, uno de los principales activistas.

“No es un momento, es un movimiento”. Para la mayoría de los asistentes, el tiroteo en el instituto de Florida debe marcar un antes y un después en el debate de las armas en Estados Unidos, el inicio del verdadero cambio. “Esto no es el clímax de algo, es el comienzo”, advirtieron. La NRA aseguró que “los multimillonarios que odian las armas y las élites de Hollywood están manipulando a niños como parte de su plan para destruir la Segunda Enmienda”.

Trump evitó referirse al tema. La portavoz adjunta de la Casa Blanca, Lindsay Walters, emitió un comunicado señalando: “Aplaudimos a los jóvenes estadounidenses valientes que ejercen hoy sus derechos de la Primera Enmienda [que protege el derecho a la libertad de expresión]” y “mantener a los niños seguros” es prioridad del mandatario.

“Las armas son un problema real”, contó a EL UNIVERSAL Jordin Torres. Estudiante llegada desde Columbia (Maryland) y de origen latino, el 1 de enero perdió a una amiga cercana, Charlotte, de un disparo. “Eso realmente me tocó”, explicó.

La “Marcha por Nuestras Vidas” se replicó en Nueva York, Boston, Los Ángeles, Seattle, Portland, Atlanta y Miami, entre otras ciudades del país. “Lo que se está viendo ahora es una revolución pacífica”, advirtió el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio.

“Tengo que tener esperanza y por eso estoy aquí”, dijo a este diario Julia, una maestra de francés que viajó a la capital del país desde Michigan con un cartel que pedía “armar a los profesores con lápices y libros”.

“Nada de esto importa si no votas”, señalaban varias pancartas. La presión hacia los políticos fue constante, especialmente aquellos que reciben [y aceptan] dinero del lobby de las armas. En varios de los discursos, los jóvenes llamaron a votar, en las legislativas de este año, por quienes estén dispuestos a proponer una legislación que prohíba rifles de asalto y acabe con los vacíos legales en la compra de armas.

“Tengo un sueño: ya basta. Este debería ser un mundo sin armas. Punto”. Una de las frases más contundentes de la protesta la pronunció una niñita afroestadounidense de nueve años, Yolanda Renee King, nieta del reverendo Martin Luther King.

Vía Twitter, el ex presidente Barack Obama se dijo “inspirado” por las marchas, y añadió: “Nada puede interponerse en el camino de millones de voces pidiendo el cambio”.

Entre cánticos, gritos y emociones, apareció Emma González. La cara más reconocible del movimiento estudiantil, con su cabeza rapada y su aire revolucionario, se subió en el escenario ante el Capitolio durante seis minutos y 20 segundos; los últimos cuatro y medio en absoluto silencio que sólo se rompieron por gritos esporádicos y el ruido de las lágrimas cayendo por las mejillas de González y los asistentes. Seis minutos y 20 segundos: el tiempo que Nikolas Cruz necesitó, el pasado 14 de febrero, para matar 17 personas del instituto Marjory Stoneman Douglas con un rifle de asalto. Al día siguiente, González y sus compañeros iniciaban un movimiento que acaba de empezar a decir que “ya basta” y que “nunca más” con los tiroteos en EU.

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