Europa no escapa de la destructiva amenaza de los temblores. Durante los últimos 35 años, el continente ha sido golpeado por al menos 162 temblores, lo que equivale a uno de cada cinco movimientos registrados a nivel global.

El saldo de estos fenómenos naturales ha sido 62 mil víctimas mortales (6.7% del total a nivel mundial) y pérdidas económicas por casi 111 mil millones de euros, según el proyecto financiado por la Comisión Europea para el desarrollo de Estrategias y Herramientas en Tiempo Real para la Reducción de Riesgos de Temblores (Reakt).

A pesar de la alta vulnerabilidad, el desarrollo de sistemas de alerta temprana (EEWS) ha sido más lento y limitado, comparado con México.

El primer sistema implementado en Europa fue desarrollado para proteger la planta nuclear de Ignalina, en Lituania, que cerró en 2009.

En la actualidad, cuatro naciones europeas tienen en funcionamiento sistemas que advierten sobre la aproximación de un sismo. En Rumania y Turquía, son operados por autoridades gubernamentales, mientras que en Italia y Suiza, por instituciones científicas.

Su operación y propósitos son diversos, de allí que no hay elementos para establecer parámetros de comparación, dice a EL UNIVERSAL Massimiliano Pittore, investigador del Helmholtz Centre Potsdam (GFZ), Alemania.

El experto sostiene que el sistema rumano está bajo mando del National Institute for Earth Physics (NIEP), y está dirigido a proteger la capital Bucarest e instalaciones nucleares.

Turquía desplegó en 2002 un sistema de alerta temprana en respuesta a la amenaza potencial de que un sismo destruya Estambul.

En tanto, el sistema suizo funciona desde 2008 bajo la administración del Servicio Sísmico de Suiza y el Politécnico de Zúrich (ETH).

“Se trata de una fuente de información abierta (...) que ofrece alertas en tiempo real en un mapa, mostrando la llegada de un movimiento fuerte a un punto específico. A pesar de no haber una autoridad oficial detrás de las advertencias, la agencia nuclear suiza utiliza las alertas”, dice.

En Italia, el laboratorio sismológico del Departamento de Física de la Universidad de Nápoles, Federico II, comenzó a operar el primer EEWS en 2003 y cubre la zona sur de los Montes Apeninos, el área más afectada por temblores a lo largo de los siglos.

Pittore señala que a diferencia de México, en la mayoría de los casos la señal de emergencia o alerta sísmica generada por los EEWS europeos, no llega a la ciudadanía. Uno de los motivos por los que la información se queda entre los servicios de emergencia civil y la comunidad científica, es la falta de capacitación de la población para actuar apropiadamente.

“Sin una capacitación específica, la emisión de dicha alarma puede, incluso, aumentar los daños, desencadenando una reacción incoherente o de pánico general”, dice.

También preocupa que falsas alarmas dañen la confianza ciudadana sobre la eficiencia de los sistemas.

Sin embargo, la causa principal son los distintos patrones de sismicidad. Pittore sostiene que el peligro sísmico en Europa es dominado por fuentes sísmicas de magnitud media y pequeñas, y a menudo muy cerca de zonas habitadas, lo que “reduce el tiempo para la acción (...) de modo que sólo pueden realizarse acciones de emergencia rápidas y automatizadas. La posibilidad de alertar al público en general queda excluida”.

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