Washington.— El gobierno del presidente Donald Trump confirmó ayer que ya tiene todo listo para crear una “ciudad de carpas” para acoger a los centenares de menores que están llegando a la frontera y que son separados de sus familiares.

La administración ha escogido el puerto de entrada de Tornillo (Texas) para la instalación de tiendas con capacidad de hasta 450 menores, las cuales servirán como albergue provisional a los niños, informó el vocero del Departamento de Salud y Servicios Humanos, Kenneth Wolfe.

Al ser cuestionado sobre si los niños estarán en tiendas de campaña, Wolfe dijo que el albergue contará con “estructuras de paredes suaves”, pero no dio más detalles.

El puerto de entrada de Tornillo está 64 kilómetros al sureste de El Paso; es un área desértica donde la temperatura sube hasta los 37 grados centígrados.

No es la primera vez que EU usa este tipo de campamentos para acoger a inmigrantes —Barack Obama lo ordenó en 2014 ante la crisis de migrantes de ese verano—, pero en esta ocasión el gobierno se ha creado el problema solo al potenciar la separación de menores y tener que hacerse cargo de ellos.

La administración Trump se ha visto obligada a crear estas instalaciones por la sobrepoblación del centenar de centros de acogida que tiene por la frontera y que están a punto de rebasar su capacidad.

Uno de ellos es Casa Padre, ubicado en un antiguo supermercado Walmart y que es el mayor albergue donde están menores inmigrantes indocumentados detenidos en EU.

En la localidad de Brownsville, Texas, miles de niños esperan una resolución a sus casos, una situación que ha escalado en número, importancia y situación crítica en las últimas semanas. La política de “tolerancia cero” y la separación de familias en la frontera ha llenado los albergues y se teme que en poco tiempo sobrepasen su capacidad.

Este miércoles, medios locales pudieron entrar en Casa Padre. Las reconstrucciones de lo que vieron adentro son casi las descripciones de una instalación carcelaria.

En las paredes hay pintadas frases de Donald Trump (“A veces perdiendo una batalla encuentras una nueva forma de ganar la guerra”) y una de Barack Obama (“Mis queridos estadounidenses, somos y siempre fuimos una nación de inmigrantes. También fuimos extraños una vez”), ambas en inglés y español.

Las habitaciones, sin puertas y sin tapiar, han tenido que añadir una cama más de las previstas (de cuatro a cinco). Hasta el miércoles la cifra de niños ascendía a mil 469. La media de días que los menores están en el albergue supera los 50, hasta que se les encuentra alguien que los acoja.

Los trabajadores de Casa Padre reciben a niños de entre 10 y 17 años de varias nacionalidades que llegan de seis en seis en camionetas blancas. Tras alimentarlos, bañarlos y vestirlos, pasan 72 horas en observación para comprobar su estado de salud.

“Hacemos todo lo mejor para cuidar a estos niños. Nuestra meta final es reunirlos con sus familias”, aseguró Juan Sánchez, fundador de Southwest Key, empresa que gestiona el centro bajo contrato del gobierno, según recogió The Washington Post. “No somos un centro de detención, operamos albergues que cuidan a niños. Es una gran diferencia”, apuntó.

Sin embargo, los periodistas que pudieron acceder describen la situación de los niños como propias de una cárcel. Están dentro de las instalaciones 22 horas al día, deben hablar siempre en voz baja, y tienen piezas de ropa contadas. Sólo pueden hacer dos llamadas por semana, aunque no es fácil que contacten a sus familiares.

Protestan contra la separación. La Iglesia católica calificó de “inmoral” la separación en la frontera, y varios expertos médicos alertaron de la afectación en la salud de los niños.

“La separación de familias tiene un impacto devastador en la salud y el bienestar de los niños afectados. Esta administración está atacando a personas vulnerables que cruzan la frontera para asustar a otros que quieren migrar, resultando en niños siendo desgarrados de sus familias”, dijo la presidenta de Kids in Need of Defense (KIND), Wendy Young.

El diario The New York Times publicó ayer un editorial en el que critica la medida y pide a la población que llame a sus congresistas para expresar su rechazo y se una a las movilizaciones que se realizan en varias ciudades.

En tanto, la administración Trump mantuvo su posición firme sobre mantener su política de “tolerancia cero” y la separación familiar.

El fiscal general Jeff Sessions defendió la política de “tolerancia cero” del gobierno y advirtió que “tener hijos no da inmunidad contra el arresto o la persecución”.

En el Congreso la inacción legislativa se mantiene. Los demócratas insisten en la necesidad de redactar una ley que prohíba la separación familiar en la frontera. “Es una barbarie. Esto no es lo que somos. Pero es la política de la administración Trump”, dijo Nancy Pelosi, la líder de los demócratas en la Cámara de Representantes.

Por su parte, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, confesó no estar “cómodo” con lo que sucede.

Sin embargo, el Partido Republicano habría llegado a un acuerdo entre sus miembros sobre una propuesta de nueva ley migratoria que integra todos los deseos de Trump.

El borrador incluye 25 mil millones de dólares para el muro en la frontera, elimina los sistemas de reunificación familiar, prohíbe la separación de padres e hijos en la frontera y se mantiene el programa DACA con una especie de visado para jóvenes indocumentados que podría llevar a estatus legal permanente tras seis años e incluso deja abierto un camino a la ciudadanía. Se prevé que la medida se vote la próxima semana en la Cámara de Representantes.

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