Tres años después del mortífero ataque a la redacción del semanario satírico Charlie Hebdo, Europa sigue sin encontrar respuesta a la campaña de terror emprendida por el fundamentalismo islámico.

Incluso en este año que inicia, los servicios de seguridad no descartan que el Estado Islámico (EI) exhiba un rostro aún más cruel e inhumano, como sería el uso de infantes en sus sanguinarias operaciones.

“Un tema de particular preocupación es el destino de las mujeres y los niños que han estado en los campos de adiestramiento yihadista”, dice a EL UNIVERSAL Evgeniya Gvozdeva, experta en terrorismo del Centro de Seguridad e Inteligencia Estratégica Europea (ESISC).

“Los servicios de inteligencia advierten que el EI intentará explotar a mujeres y niños para organizar más ataques terroristas en Europa”, dice.

Hasta ahora la amenaza se ha limitado al espectro del complot. En el último año Francia, Holanda y España han desbaratado planes de ataques potenciales en los que han resultado detenidos jóvenes de 13 y 14 años.

Aunque no hay datos sobre el número de menores que podrían estar relacionados con la yihad, a finales de 2016 las autoridades de Países Bajos habían contabilizado 40 niños de entre cero y 12 años que habían viajado con sus padres a Irak o Siria para combatir en nombre del EI.

Gvozdeva indica que hay razones suficientes para pensar que el Estado Islámico podría alterar su táctica en este 2018. Asegura que la organización ha presenciado la ejecución de altos mandos, ha perdido control de zonas estratégicas en Irak y Siria, ha fallado en numerosos intentos por apropiarse de nuevos territorios en Filipinas, Nigeria, Libia y Yemen, así como se han visto alterados sus planes para formar alianzas con otros grupos.

Además, en los últimos seis meses perdió casi 90% de su presencia online tras la eliminación de miles de plataformas digitales que eran utilizadas para reclutar nuevos seguidores, así como para difundir propaganda y manuales de ataques de bajo costo.

“Ante la inminente derrota en Medio Oriente y la intensificación de las medidas de seguridad contra sus seguidores en Europa, el Estado Islámico tratará de diversificar su estrategia y adaptarse a la nueva situación”, dice.

“Se espera además que invoque más ataques de lobos solitarios contra objetivos civiles, pida a algunos de sus seguidores en Occidente no jurar lealtad al EI para evitar ser identificados por la policía o incluso llame a retirarse de la escena después del ataque para volver a la clandestinidad, lo cual marcaría una nueva tendencia”, señala.

Otro escenario que podría experimentar Europa es el de un ataque coordinado como el perpetrado el 13 de noviembre de 2015 en París.

Si bien ha disminuido la capacidad de la yihad para infiltrar en las capitales europeas a comandos capaces de ejecutar sofisticados ataques, “no puede excluirse la posibilidad de que existan algunas células durmientes, probablemente establecidas meses o años antes”, indica la analista.

Las capacidades policiacas están centradas principalmente en dos objetivos: seguir en casa a los individuos sospechosos de terrorismo y en tratar de identificar el retorno de un combatiente en el extranjero.

El servicio de seguridad británico M15 vigila en Reino Unido a 20 mil individuos, 3 mil de ellos clasificados como altamente peligrosos. La consultora estadounidense Soufan Group estimó en 2015 que unos 5 mil ciudadanos comunitarios (3 mil 700 de ellos originarios de Francia, Gran Bretaña, Alemania y Bélgica) habrían viajado a Irak y Siria para defender el califato.

A estos datos habría que agregar la amenaza que representa la radicalización de individuos en solitario y que permanecen fuera del radar de la justicia. Los ataques registrados en Estocolmo y Barcelona, perpetrados por el uzbeko Rakhmat Akilov y el marroquí Younes Abouyaaqoub, y con un saldo conjunto de 18 muertes, “demostraron que una persona que nunca ha viajado al exterior para combatir en nombre de la yihad puede ser tan peligrosa como un combatiente extranjero”, indica Gvozdeva.

De acuerdo con Gvozdeva, en los últimos años el EI y Al-Qaeda han intentado diseñar ataques con base en incendios, intoxicaciones, bombas sucias y drones armados con explosivos, pero estos implican tiempo y gastos. Por lo tanto, considera, “los ataques con vehículos seguirán siendo durante los próximos años la herramienta más popular entre los extremistas solitarios”.

Al margen de la yihad, Europa podría verse confrontada con ataques mortales organizados por separatistas, grupos ultranacionalistas o de izquierda extrema, quienes llevan años activos en países como Francia, Alemania, Italia, España, Holanda y Grecia, pero han quedado a la sombra del terrorismo islámico.

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