Lo que ocurra en 2018 en España vendrá condicionado por las primeras semanas del año. Las tensiones en Cataluña amenazan con marcar la agenda política tras meses de parálisis, en los que no se pudieron lanzar reformas.

El año pasado volvió a ser perdido para la economía y la sociedad por las rencillas políticas. El Parlamento no aprobó ninguna ley orgánica ni decretos legislativos.

La gestión conservadora del presidente Mariano Rajoy, quien se negó a mantener conversaciones con los nacionalistas catalanes, favoreció que éstos celebraran un referéndum de independencia y proclamaran la República de Cataluña. Tras las elecciones regionales del 21 de diciembre forzadas por Rajoy, las negociaciones para formar un nuevo gobierno catalán serán decisivas.

Los dos grandes partidos nacionalistas deben decidir quién será su presidente: Carles Puigdemont, de JxCat, que está fugado en Bélgica y sería detenido si volviera a España, u Oriol Junqueras, líder de ERC, encarcelado en Madrid a la espera de juicio. Si Puigdemont fuera investido, sería el primer presidente autonómico juzgado durante el ejercicio de su cargo. La condena, previsiblemente, implicaría la inhabilitación.

Las negociaciones entre los nacionalistas deben dar fruto el 17 de enero, cuando se forme el Parlamento catalán. “Los rencores, las distancias emocionales y los proyectos distintos de los dos partidos son de tal calado que sus líderes se han convertido en adversarios irreconciliables”, explica el comentarista José Antonio Zarzalejos. No se sabe si los independentistas insistirán en la estrategia de confrontación con el estado central, pero sólo si renuncian a la República de Cataluña y respetan la Constitución española, recuperarán sus instituciones.

Este asunto marcará el devenir de todo el país. Rajoy no pudo aprobar unos presupuestos nacionales para este año porque no tiene mayoría en el Parlamento. Para sacar adelante esas cuentas necesita a los diputados nacionalistas del País Vasco, que sólo lo apoyarán si devuelve la plena autonomía a Cataluña. España se asoma así de nuevo a la inacción.

La esperanza de Rajoy es, según sus colaboradores, apartar a Cataluña de los focos y activar reformas, impulsando pactos sobre educación, sostenibilidad de las pensiones y violencia de género.

El otro socio parlamentario del Partido Popular (PP) de Rajoy son los liberales de Ciudadanos, los más beneficiados en las elecciones catalanas, que ganaron gracias a su estrategia agresiva contra los independentistas. Gran parte del apoyo mediático que tenía el PP ha virado hacia Ciudadanos, al que las encuestas sitúan como el tercer partido del país, por delante de Podemos.

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