Madrid.— La propuesta del gobierno español de acoger a los 629 inmigrantes a la deriva en el Mediterráneo pone fin temporal a una crisis humanitaria angustiosa para la Unión Europea (UE).

Matteo Salvini, ministro del Interior italiano —líder del partido ultraderechista Lega—, ordenó el domingo cerrar los puertos, prohibiendo la entrada del barco Aquarius, con cientos de migrantes rescatados en el Mediterráneo el fin de semana.

La negativa de Salvini, firme opositor de la llegada de inmigrantes a su país, causó una crisis diplomática en la UE, ante las imágenes de 629 personas a la deriva, debilitadas por su reciente rescate en alta mar. Entre los náufragos, 123 son menores no acompañados, 11 niños pequeños y siete embarazadas. Todos han recorrido miles de kilómetros hasta lanzarse a cruzar el Mediterráneo, donde en 2017 murieron ahogadas 3 mil personas.

El socialista Pedro Sánchez, en su primera semana en el poder en España, se apresuró a ofrecer ayuda. En un comunicado, el Palacio de La Moncloa anunció que, para evitar una “catástrofe”, España cumpliría “con los compromisos internacionales en materia de crisis humanitarias”. El mandatario ratificó la noticia en Twitter: “He dado instrucciones para que España acoja al barco Aquarius en el puerto de Valencia. Es nuestra obligación ofrecer a estas 600 personas un puerto seguro”.

Salvini, por su parte, celebró que ganó el pulso a la UE con un tuit en el que exclama: “¡Victoria!”.

Las reacciones tanto dentro como fuera de Italia han sido, sin embargo, de rechazo a su decisión.

La postura de Salvini de cumplir su prometida “mano dura” contra la inmigración responde al sentimiento de muchos italianos que consideran que la UE ha abandonado al país ante la oleada de inmigrantes llegados a sus costas en los últimos años desde Libia. Aunque las llegadas a Italia han disminuido (13 mil 808 entre enero y junio de 2018, frente a 61 mil 201 en el mismo periodo de 2017, según la Organización Internacional para las Migraciones), muchos italianos exigen un reparto de responsabilidades entre los socios europeos para el control de fronteras y la acogida de los recién llegados, y critican la postura de países como Malta, que se niegan a recibir a migrantes.

La semana pasada otro barco de una ONG alemana con 232 inmigrantes pasó cuatro días en el mar porque Malta se desentendió. Al final Italia accedió a que atracara en el puerto de Reggio Calabria, pero Salvini prometió que no se volvería a repetir la situación.

La decisión de Sánchez encaja con la nueva línea que quiere imprimir a su gobierno, rompiendo con el papel secundario en el plano internacional que le gustaba desempeñar al conservador Mariano Rajoy.

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