Las erupciones volcánicas pueden tener un “impacto climático global”, alertó, en entrevista con EL UNIVERSAL, el asesor de Respuesta a Desastres para la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), Juan Pablo O’Farrill Duque, en el marco de la actividad del Popocatépetl y otros volcanes.

Los volcanes, señaló el miembro activo del UNDAC, “son parte esencial de los procesos naturales de nuestro planeta, ya que son modeladores de la Tierra y su dinámica, participando en la generación misma de la vida sobre la superficie terrestre; también del mar, además de funcionar como una válvula de escape natural de la gran presión que tiene la Tierra en el centro de su corazón en términos de energía”, detalló.

Recordó que a lo largo de la historia se han registrado grandes erupciones, como la del volcán Krakatoa en Indonesia, en 1833, que envió una importante cantidad de gases y de ceniza a la atmósfera cuyo impacto se extendió hasta tres años.

“Este fenómeno modificó el ingreso de luz sobre la superficie terrestre y por supuesto afectó la temperatura y por ende los equilibrios naturales de la vida en ese momento sobre las superficies en el mar. Estos grandes eventos pueden tener un impacto climático global y por supuesto los grandes volcanes activos pueden generar consecuencias a esta escala”, apuntó.

Por ahora, la situación en el Popocatépetl se ha calmado un poco, aunque los expertos piden estar alerta.

O’Farrill recordó que los volcanes que hay a lo largo de América Latina y El Caribe representan un riesgo importante para las comunidades. “Estamos en el Cinturón de Fuego, hemos tenido grandes eventos volcánicos que han afectado a comunidades e inclusive destruido ciudades enteras”. En ese sentido, es importante que quienes habitan “las faldas de estos volcanes” reconsideren.

“Los volcanes siguen siendo un factor muy importante para los procesos globales y naturales y por supuesto no únicamente en nuestra región, tenemos regiones en el mundo donde tenemos volcanes activos. Ahora en Italia un volcán también está generando una liberación de energía importante y creo que son eventos de los cuales estamos aprendiendo mucho más y que por supuesto creo impactan y modelan a los procesos en la Tierra”, indicó, aludiendo al Etna, que el pasado 21 de mayo entró en erupción y arrojó cenizas sobre Catania.

Por ello, destacó la importancia de la acción humanitaria de manera coordinada para evitar que los recursos sean mal utilizados.

Por su parte, el Dr. Osvaldo Franco Ramos, investigador del departamento de Geografía Física del Instituto de Geografía de la UNAM, dijo que la atención que están recibiendo en estos momentos volcanes como el Popocatépetl es una oportunidad para reflexionar sobre cómo los volcanes también quedan desprotegidos debido a las acciones humanas como la deforestación.

Para Ramos, la práctica desmedida de la tala ilegal de árboles tiene graves consecuencias para el medio ambiente.

“Esta práctica desmedida trae consecuencias importantes al funcionamiento del ecosistema. Si tenemos muchas áreas deforestadas en estas zonas, vamos a tener varias consecuencias en el planeta; una de ellas es la erosión de suelo, por lo que vamos a tener menos suelos óptimos para poder cultivar, así como mayor pérdida de biodiversidad de especias, además de una menor recarga hídrica dejando mayores consecuencias en el calentamiento global”, indicó.

Aseguró que el turismo de montaña -en menor medida- también ha dejado estragos en los paisajes volcánicos y ha contribuido a su contaminación con los residuos plásticos.

“Últimamente ha tenido un fuerte auge el turismo de montaña en estas zonas volcánicas. A veces la gente no tiene el cuidado, ni la cultura ambiental, lo que provoca que dejen mucha basura, como plásticos y desechos en esos ecosistemas. Por lo tanto, van a generar la contaminación del agua, además de pérdidas en la diversidad de fauna o de flora. Este aumento de turismo puede afectar el cambio de uso de suelo, pero también puede ser un ingrediente que pueda afectar el funcionamiento del ecosistema”, comentó.

Respecto de los riesgos por la actividad del Popo, Franco mencionó como ejemplo la lluvia ácida, por la cantidad de dióxido de azufre y de carbono.

“En menor medida la lluvia ácida puede tener algún efecto a la hora de precipitarse, contaminado el agua y afectando su composición para el consumo humano, además de generar más acidificación al suelo, las raíces de plantas o de algunas cosechas”.

En caso de una erupción de mayor magnitud, los cambios ambientales serían “mucho mayores”, alertó. El investigador explicó que la actividad volcánica puede “alterar significativamente el clima, ya sea de manera regional o incluso mundial, ya que los volcanes emiten [al hacer erupción] grandes cantidades de partículas de azufre y de ceniza muy fina, lo que va a afectar y cambiar las condiciones climáticas y por lo tanto también cambiar el ecosistema, provocando incendios forestales, deslizamientos, flujos de lodo, caída de rocas, sismos locales y afectaciones en el bosque”.

Al mismo tiempo, subrayó que la erupción de un volcán es de gran importancia dentro del ecosistema debido a que aporta nutrientes y minerales que enriquecen la fertilidad del suelo para que esté en óptimas condiciones para la agricultura.

“Hablando de la sierra nevada en donde está el Popocatépetl o el Iztaccíhuatl, estos son grandes reservorios de agua, por los suelos, que son muy permeables y es de gran importancia en estas zonas volcánicas, además de que pueden generar condiciones climáticas más húmedas y por lo tanto también se relaciona con áreas más boscosas que aportarán mayor oxigeno además de ser útil para albergar una importante diversidad de especias”, detalló.

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