Ginebra.— Michelle Bachelet, quien concluyó ayer su periodo como responsable de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, afirmó que su diálogo con Beijing sobre los supuestos abusos en la región china de Xinjiang no significó “hacer la vista gorda”.

“Dialogar y ampliar mi comprensión no significa aprobar, pasar por alto o hacer la vista gorda. Y no excluye hablar con franqueza”, afirmó la expresidenta chilena en un mensaje de correo electrónico enviado a AFP.

La ONU dijo que, tras una larga investigación independiente, ha concluido que China pudo cometer crímenes contra la humanidad contra los uigures y otras minorías étnicas musulmanas al aplicar políticas que han implicado detenciones arbitrarias masivas y otros graves abusos. En una histórica toma de posición frente a China, que fue difundida minutos antes de la medianoche (hora local) en que acababa el mandato de la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, esa agencia ha confirmado que la legislación antiterrorista provocó la “privación de la libertad a gran escala” de esas minorías al menos entre 2017 y 2019. Desde entonces el patrón parece haber variado y los sitios en los que eran confinados, denominados por el gobierno “centros de educación vocacional”, se han reducido en tamaño y número, pero las detenciones siguen practicándose mediante procesos penales que han dado lugar al aumento del tiempo y cantidad de encarcelamientos de uigures en particular.

Bachelet, que enfrentó la presión de ambos lados del tema, hizo caso omiso de múltiples llamados chinos para que su oficina retuviera el informe, que sigue a su propio viaje cuidadosamente elaborado a Xinjiang en mayo. Beijing ha sostenido que el informe es parte de una campaña occidental para difamar la reputación de China.

El informe de la oficina viene con el visto bueno de las Naciones Unidas y los Estados miembros que la componen.

Horas antes de la publicación, el embajador de China ante la ONU, Zhang Jun, dijo que Beijing seguía “firmemente opuesta” a la publicación del informe.

El miércoles temprano en Beijing, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Zhao Lijian, calificó el informe como “totalmente una farsa orquestada por Estados Unidos y algunas otras potencias occidentales”.

Algunos países, incluido Estados Unidos, han acusado a Beijing de cometer genocidio en Xinjiang.

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