Madrid

Los independentistas catalanes redoblarán su desafío al gobierno español con motivo de la celebración mañana de la Diada, el día nacional de Cataluña.

Por primera vez, la manifestación se llevará a cabo en un ambiente crispado por la persecución y encarcelamiento de los políticos catalanes que organizaron el proceso soberanista en 2017. Partidos y agrupaciones separatistas promueven una gran marcha reivindicativa para escenificar la vitalidad del movimiento y presionar al Ejecutivo central, para que acepte sus demandas.

Entre ellas, la liberación de los políticos que están en la cárcel por su activa participación en el proceso independentista que, en octubre de 2017, culminó en un referendo de autodeterminación que la justicia declaró ilegal por vulnerar la Constitución española. La consulta popular se realizó en condiciones de clandestinidad y arrojó un resultado aplastante a favor de la soberanía de Cataluña (90%), aunque participó 43% del censo. La mayoría de los independentistas presos son antiguos altos cargos del gobierno catalán (Generalitat), entre ellos el ex vicepresidente Oriol Junqueras. Están acusados de los delitos de rebelión, desobediencia y malversación de fondos públicos, según cada caso, por lo que se enfrentan a severas penas de cárcel.

Otra de las reivindicaciones será el regreso a España de los políticos catalanes que huyeron a varios países europeos para evitar su detención, entre ellos el ex presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, quien fijó su exilio en Bélgica y también está acusado de rebelión, que puede ser castigado con más de 15 años de cárcel.

La Asamblea Nacional Catalana (ANC), organizadora de la gran marcha de la Diada, advirtió que la movilización será distinta a las anteriores, porque por primera vez se realiza en un contexto de represión política sin precedentes.

“Queremos hacer una reafirmación de la movilización ciudadana ante las detenciones de políticos y líderes independentistas, pero nos centraremos en la cuestión básica que es reivindicar el referéndum del 1 de octubre y la posterior declaración de independencia como República catalana”, dijo Josep Cruanyes, vicepresidente de la ANC, a EL UNIVERSAL. El lema de la jornada nacionalista será “Diada per la República” (Diada por la República) y los organizadores esperan en Barcelona, la capital de Cataluña, una participación similar o superior a la convocatoria de 2017, que osciló entre las 500 mil y el millón de personas, según las fuentes.

La marcha estará encabezada por el presidente del gobierno catalán, Quim Torra.

“No hay reacción del gobierno central al problema político de Cataluña. Y queremos que la haya. Es un mensaje claro, dirigido también a los tribunales, puesto que no aceptamos la represión ni los juicios que se plantean realizar contra los presos políticos”, advierte Cruanyes, luego de subrayar que la concentración tendrá un carácter pacífico y festivo.

“El mensaje que daremos en la Diada es que no aceptamos la represión que se está llevando a cabo. Queremos que se cierren las causas políticas abiertas en los tribunales y que se reconozca el pronunciamiento en las urnas del pueblo de Cataluña a favor de la independencia, de tal modo que se haga efectiva”, agrega el dirigente separatista.

En la antesala de la Diada, el gobierno de Cataluña anticipó que apurará de manera pacífica la vía imparable hacia la independencia, mientras el Ejecutivo de Pedro Sánchez critica que los partidos separatistas intenten homogeneizar una sociedad plural, poniendo en peligro la convivencia en la región, una de las más prósperas de España.

La polarización social está servida en Cataluña. El bloque soberanista que agrupa a la izquierda y a la derecha nacionalista, cuenta con casi 50% de los votos, mientras que el resto de los sufragios se lo reparten sobre todo los partidos constitucionalistas, que defienden la unidad de España y rechazan cualquier amago de secesión.

Las formaciones “españolistas” anunciaron que no se sumarán a la concentración popular de la Diada, luego de lamentar que la Generalitat excluya a más de la mitad de los catalanes que rechazan la independencia unilateral.

El simbólico lazo amarillo con el que los independentistas reclaman la excarcelación de los políticos catalanes se convirtió en el último elemento de discordia. Mientras miles de catalanes se afanan en colocar los lazos en lugares llamativos, otros tantos se organizan para retirarlos de la vía pública, lo que está provocando enfrentamientos.

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