Ciudad del Cabo se prepara para el “Día Cero”, la fecha en la que se quedará sin agua. Originalmente planteada para el 12 de abril, las autoridades locales pospusieron la fecha para el 9 de julio. Mientras tanto, severas medidas de racionamiento aplican para la población, pero no es igual para todos.

Las autoridades buscan obligar a toda la población a consumir un máximo de 50 litros de agua  al día; sin embargo, mientras los sectores de clase media y media baja sufren de “horas pico” en las que no hay agua, en los barrios de clase alta, el flujo es constante y a veces se dan el lujo de regar el jardín con mangueras.

“Mucha gente rica en Ciudad del Cabo continúa regando sus jardines y llenando sus albercas, porque como son ricos piensan que la crisis no aplica para ellos”, dice a EL UNIVERSAL Tara Osborne, ambientalista sudafricana de 23 años.

“He visto este comportamiento con mis propios ojos, creo que el gobierno está beneficiando a los ricos”, lamenta. Osborne culpa al gobierno local de la situación que ahora enfrentan porque desde hace 17 años se sabía que si no hacían algo se quedarían sin agua, y por un mal manejo de la situación ahora los días con el elemento están contados.

Vive desde hace tres años en Ciudad del Cabo, que al igual que su ciudad natal, Puerto Elizabeth (ubicado en el extremo oeste de Sudáfrica), sufre de problemas del líquido.

Relata que desde hace tres meses tiene escasez del líquido, puesto que la alcaldía ha reducido la presión del mismo en el barrio de Pinelands, donde ella vive.

Explica que si muchas personas utilizan agua al mismo tiempo no sale ni una gota del grifo; esto sucede generalmente a las ocho de la mañana y a las cinco de la tarde, que son las “horas pico”. Esta situación lleva a la gente a tomar medidas como captar el exceso de la regadera con una cubeta para utilizarla en las descargas del inodoro y bañarse a “‘jicarazos”.

Cuenta que puede lavar su cabello sólo una vez a la semana a través de un método natural utilizando aceite de coco, bicarbonato y vinagre. Todo con el fin de ahorrar agua.

Además, en su edificio existe un punto de colecta de “agua gris” que es utilizada para regar los jardines.

La experiencia de Jakob Smit, quien vive en Green Point, uno de los suburbios de clase alta de Ciudad del Cabo, es diferente. Él no sufre de escasez de agua en su casa, se puede bañar a diario en duchas que él dice ha limitado a no más de dos minutos, cerrando el grifo para enjabonarse y abriéndolo para enjuagarse. En consecuencia, no por necesidad, ha decidido tomar otras medidas como no descargar el baño ni en su casa ni en su oficina a menos que sea necesario, utiliza platos de papel y el mismo vaso todo el día para evitar hacer uso del elemento.

Intenta saltarse duchas cuando lo considera necesario. Mientras la población se adapta a vivir con la menor cantidad de agua posible, las lluvias recientes y la donación de 10 mil millones de litros de agua por parte de agricultores (The Groenland Water User Association) permitieron que se recorriera el “Día Cero” al 9 de julio, pero las reservas de agua han dejado de aumentar.

El nivel de la presa de la ciudad se encontraba a 31% a inicio de 2018; sin embargo, conforme la crisis ha crecido el nivel de agua ha disminuido, actualmente el nivel de la presa se encuentra a 23.9%, de acuerdo con reportes del gobierno local.

Paradójicamente, Ciudad del Cabo es una metrópoli que cuenta con numerosos mantos acuíferos subterráneos, los cuales son alimentados por la montaña de la Mesa en época de lluvias,  pero el gobierno no puede aprovecharlos porque el agua está contaminada por los vertederos de basura que se encuentran encima. Así, una ciudad que es rica en el elemento tiene que aprender a vivir sin ella.

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