La Casa Blanca aseguró ayer que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha abandonado ningún esfuerzo para construir el muro, sin embargo, ha evadido decir de manera directa o contundente si será, o no, México.

La idea resucitó a pesar de haber quedado prácticamente descartada ante la negativa del gobierno mexicano de hacerse cargo de la factura, y en medio de una pugna de Trump con el Congreso para que le den los fondos para erigir la valla bajo amenaza de cerrar el gobierno federal.

“[Trump[ no ha dicho que no [pagará México]”, fue la respuesta que dio ayer la portavoz presidencial, Sarah Huckabee Sanders, en conferencia de prensa en la que una y otra y otra vez los periodistas le preguntaron sobre qué va a pasar con el pago del muro, mientras ella insistía en que su construcción es un asunto de seguridad.

El regreso del tema y, específicamente, de la forma de pago, tiene una razón muy concreta: Trump está desafiando a los legisladores, o le otorgan los mil 600 millones solicitados para la primera fase de construcción del muro en el presupuesto que deberían aprobar antes del 30 de septiembre o habrá represalias en forma de paralización del país.

“[No importa] si tenemos que cerrar nuestro gobierno, construiremos el muro”, aseguró Trump en el mitin que encabezó el martes en la ciudad de Phoenix.

Fue por eso que ayer la pregunta obligada era: Si Trump había dicho que México pagaría el muro, ¿por qué ahora amenaza al gobierno de EU si no da el dinero? “No creo que ningún esfuerzo se haya abandonado [para hacer que México pague por el muro]”, dijo la vocera ante la insistencia de la prensa.

En la filtración de la transcripción de la llamada telefónica que sostuvo el magnate con el presidente Enrique Peña pareció quedar claro que EU asumía que México no iba a pagar por el muro y por eso le pedía no hablar del tema con la prensa.

Todos los demócratas, y varios republicanos, ya han dicho que no aceptarán ningún presupuesto que incluya un centavo para la valla.

Si bien es cierto que la Cámara de Representantes ya aceptó la apropiación de los fondos solicitados, la batalla en el Senado, que vuelve al trabajo el 5 de septiembre, se prevé dura. Trump deja entrever que si le presentan un presupuesto sin dinero para su promesa, lo vetará y dejará caer el gobierno.

“El presidente está usando una estrategia que cree que es efectiva para él”, trató de justificar el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan. A pesar de eso, reconoció que “el cierre de gobierno no es necesario” y que “nadie quiere” que suceda.

Si finalmente sucediera, sería la primera vez en la historia que el gobierno federal tiene que dejar de funcionar por falta de fondos con un mismo partido controlando la Casa Blanca y el Congreso.

El tema del presupuesto no es el único que enfrenta a Trump con el Capitolio. El otro aspecto espinoso es el techo de deuda, que debe aprobarse antes del 1 de octubre y que, por el momento, tiene pocas opciones de que se realice.

En uno de los constantes ataques directos y públicos a los líderes republicanos como el propio Ryan o Mitch McConnell, el hombre más importante en el Senado, Trump los culpó directamente —a través de Twitter— de haber convertido el asunto de la deuda en un “desastre”, añadiendo una divergencia más al latente divorcio que el presidente de EU parece querer impulsar con sus colegas republicanos, como estrategia para exculparse de la falta de éxitos y acción de su gobierno.

En el caso de la deuda, llegar a octubre sin un acuerdo en el Capitolio para aumentarla obligaría al Tesoro a retrasar pagos. Las consecuencias podrían ser grandes: la mayor economía mundial, se declararía en suspensión de pagos, la confianza en la economía estadounidense caería, se obligaría a subir tipos de interés, los mercados podrían desplomarse y, en los escenarios más oscuros, provocaría recesión mundial.

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