Riad.— El fiscal general saudita pidió ayer la pena de muerte para cinco acusados en el caso del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, “drogado, asesinado y descuartizado” en el consulado saudita de Estambul, pero eximió de toda culpa al poderoso príncipe heredero. Estados Unidos calificó de “un paso en la buena dirección” las acusaciones.

El asesinato —el 2 de octubre— de este periodista, crítico del poder saudita y colaborador —entre otros— del diario The Washington Post, se ha convertido progresivamente en un escándalo planetario.

Este jueves, EU anunció sanciones económicas contra 17 responsables sauditas implicados en este asesinato, entre ellos personas cercanas al príncipe heredero Mohamed bin Salmán, así como el cónsul general en Estambul, Mohammed Al Otaibi.

Las sanciones suponen la primera respuesta concreta del gobierno del presidente Donald Trump al crimen de Khashoggi. El secretario de Estado de EU, Mike Pompeo, aseguró en un comunicado que algunos de los 17 sancionados trabajaban para la familia real en el momento del asesinato de Khashoggi; otros ocupaban puestos de responsabilidad en ministerios y oficinas del gobierno.

Según el portavoz de la fiscalía saudita, Khashoggi fue asesinado tras haber sido drogado en el consulado saudita en Estambul, donde los cinco acusados lo descuartizaron.

El príncipe heredero, apodado “MBS”, no estaba al tanto del caso, afirmó el fiscal general y portavoz, Shaalan al Shaalan, en respuesta a la pregunta de un periodista.

El subdirector de los servicios de inteligencia, general Ahmed al Asiri había ordenado que Khashoggi fuera llevado a Arabia por las buenas o por las malas. Pero el jefe del equipo de “negociadores” enviados al lugar ordenó matarlo. Los restos del periodista de 59 años fueron luego entregados a un agente en el exterior del consulado, agregó Shaalan, citado por la agencia de noticias oficial SPA.

Sobre 21 sospechosos, el fiscal general ha inculpado hasta ahora a 11 que comparecerán ante la justicia y pidió pena de muerte para cinco.

Por su lado, el ministro saudita de Exteriores, Adel Al Jubeir, dijo a la prensa que el príncipe heredero no tiene “nada que ver” con el asesinato de Khasshoggi.

El Departamento de Estado estadounidense evaluó que estas primeras acusaciones son “un buen primer paso” en “la buena dirección”, al tiempo que urgió a Riad a continuar con la pesquisa. La portavoz del Departamento de Estado, Heather Nauert, descartó que hubiera coordinación entre Riad y EU para hacer coincidir los anuncios de las acusaciones con las sanciones.

Por otra parte, el fiscal general saudita pidió a Turquía firmar un acuerdo “especial” de cooperación para la investigación sobre el asesinato. Turquía alegó que considera “insuficiente” la explicación de la fiscalía saudita. “Este asesinato fue planificado por anticipado”, alegó el canciller turco Mevlüt Cavusoglu, quien descartó que los asesinos hayan querido primero llevar a Khashoggi a Riad.

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