Brasilia.— Las encuestas de opinión se suceden y amplían la ventaja que el encarcelado ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva obtendría si pudiera disputar las cada vez más imprevisibles elecciones de octubre próximo en Brasil.

La más reciente, publicada ayer por Datafolha con base en 8 mil 433 entrevistas, otorga al líder de la izquierda 39% de intención de voto, frente a 30% en junio. En segundo lugar llegaría el diputado de ultraderecha Jair Bolsonaro, con 19% (17% en junio). Ninguno de los otros 11 candidatos superaría la barrera del 10% en los comicios del 7 de octubre.

En una segunda vuelta (el 28 de octubre), Lula, de 72 años, derrotaría a Bolsonaro por 20 puntos de ventaja (52% contra 32%, con 14% de votos en blanco y nulos y 2% de indecisos); y por un margen aún mayor a cualquiera de sus otros eventuales adversarios.

Pero el cofundador del Partido de los Trabajadores (PT), que desde abril purga una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción, verá con toda probabilidad su candidatura invalidada, en aplicación de la Ley de Ficha Limpia que determina que ningún condenado en segunda instancia —como es su caso— pueda presentarse a una elección.

En una elección sin Lula, el apoyo a Bolsonaro pasaría de 19% a 22%, seguido por la ecologista Marina Silva, con 16%. Y en una segunda vuelta entre ellos, la ex ministra de Medio Ambiente derrotaría al ex capitán el ejército por 11 puntos de ventaja (45% a 34%).

Sin el ex mandatario, el número de personas que se declaran “sin candidato” pasaría de 14% a 28%, superando los sufragios obtenidos por cualquiera de los postulantes.

Operativo en Río. Un soldado murió este miércoles a causa de las heridas que sufrió durante un enfrentamiento con presuntos traficantes de drogas en Río de Janeiro, informó el ejército brasileño.

Es el tercer efectivo caído en las confrontaciones entre soldados y traficantes armados en los vecindarios de Mare, Complexo do Alemao y Penha. Cinco sospechosos fueron abatidos y otros 10 arrestados. Los tres soldados son los primeros en perder la vida desde que las fuerzas militares asumieron el control de la seguridad pública en Río de Janeiro a principios de año.

El ejército se ha desempeñado principalmente como apoyo en las operaciones policiacas. Pero hay quienes afirman que eso no resuelve los problemas de fondo. “En lugar de una política de prevención, el gobierno federal ha recurrido a una política de confrontación”, dijo Pedro Strozenberg, del Consejo Superior de Defensa Pública de Río de Janeiro.

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