San José. – “Grandísimo inútil”, atacó el empresario ultraderechista guatemalteco Ricardo Méndez Ruiz para referirse a la labor del presidente de Guatemala, el centroizquierdista . “´Estabilizó la nave”, reconoció el dirigente izquierdista guatemalteco Carlos Barrios para describir el trabajo de Arévalo. “Mucha esperanza”, relató el activista guatemalteco de derechos humanos Nery Rodenas, al exponer el escenario que rodeó la tarea de Arévalo.

Tras una turbulenta jornada, Arévalo finalmente asumió la Presidencia en una sesión del Congreso de Guatemala que se efectuó en los primeros 90 minutos del 15 de enero anterior y que le juramentó con atraso, ya que debió hacerlo el 14 a las 14:00 horas (mismo tiempo del centro de México), para iniciar un mandato de cuatro años. Arévalo llegó el 14 a juramentarse, pero la ceremonia se postergó al 15 por pugnas en el Congreso.

Al cumplir formalmente anteayer los primeros tres de sus 48 meses de gobierno, Arévalo siguió subiendo una empinada pendiente sembrada de numerosos obstáculos institucionales, políticos, gubernamentales, judiciales, legislativos, municipales y departamentales (estados), en un frágil panorama de inseguridad y de sensibilidad militar y policial.

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El 14 y el 15 de enero se transformaron para Arévalo en el ascenso apenas a un primer escalón, luego de que Guatemala sufrió, a partir del 25 de junio de 2023, una de las mayores sacudidas políticas desde que, en 1986, inició el retorno paulatino a la democracia luego de 32 años de regímenes militares derechistas, de 1954 a 1986, avalados por Estados Unidos.

Al juramentarse, Arévalo abrió otro capítulo más prolongado y de creciente riesgo institucional: comenzar a gobernar bajo el incesante y fuerte hostigamiento de la clase política tradicional de la derecha en el país con la primera economía de Centroamérica.

Como presidente de la (no estatal) Fundación Contra el Terrorismo (FCT), una de las más importantes organizaciones de la derecha en Guatemala, el empresario Méndez utilizó con frecuencia casi diaria su cuenta de X (antes Twitter) para atacar constantemente a Arévalo.

El 7 de este mes, Méndez escribió en esa red que ese día “quedó demostrado, por enésima vez”, que Arévalo “es un pusilánime, incapaz de tomar una decisión correcta”.

Arévalo destituyó ese domingo a la bióloga y ambientalista guatemalteca como ministra de Ambiente y Recursos Naturales por usar recursos públicos—vehículos de ese ministerio y cuerpos oficiales de seguridad—para beneficio y protección de su hija y sus asuntos personales privados.

“Con acciones, quiero demostrarle al pueblo de Guatemala que nuestro gobierno es diferente: no toleraremos prácticas que puedan estar reñidas con el debido comportamiento de todo servidor público. Este es un precedente para todo nuestro gabinete”, adujo Arévalo en su cuenta de X al justificar la salida de Iturbide.

No obstante, el caso atizó a sus rivales.

“Quien carajos sea que esté gobernando el país, (Arévalo) debe ordenar que la ex ministra Iturbide sea denunciada” por peculado y por uso y abuso de autoridad, exigió Méndez. El 8 de este mes publicó que “siga Arévalo como va, y entonces el pueblo de Guatemala sí va a demandar, pero su renuncia. ¡Grandísimo inútil!”.

Ligado a cúpulas militares y empresariales derechistas de Guatemala, Méndez se convirtió en 2023 en uno de los personajes esenciales del bloqueo a Arévalo en ruta a la Presidencia. Un denominado Pacto de Corruptos exhibió su poder de maniobra como alianza de las fuerzas tradicionales políticas, militares y empresariales de Guatemala, sumó más de 20 años de operar, abiertamente o en la clandestinidad y en las sombras, y se lanzó el año pasado contra el ahora gobernante.

Camino empedrado

El Pacto encabezó la batalla sobre Arévalo partir de que, el 25 de junio de 2023, quedó de segundo en la primera ronda de los comicios presidenciales y avanzó como favorito para la segunda, del 20 de agosto, de la que salió victorioso como presidente electo por la voluntad popular que se expresó en las urnas.

En lo que se denunció como una conjura golpista de ruptura del orden constitucional, el Pacto accionó sus armas políticas, jurídicas, económicas y de variada índole contra Arévalo, en una guerra por múltiples vías jurídicas, electorales y constitucionales para cerrarle el paso a la Presidencia. En el confuso proceso, utilizó a la abogada guatemalteca Consuelo Porras, fiscal general de Guatemala, como personaje central para ejecutar su hostilidad por variados mecanismos.

Ya instalado en la Presidencia, Arévalo buscó diferentes rumbos para tratar de desalojar de su cargo a Porras, insertada por Estados Unidos en 2021 a una lista de actores corruptos y no democráticos.

En X, el gobierno guatemalteco ratificó el 8 de este mes que “el pueblo de Guatemala demanda” un Fiscal General “que cumpla con los criterios de honorabilidad y que luche contra la corrupción. Con acciones respondemos a esa demanda”.

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Porras alegó actuar regida por las leyes y, en los últimos tres meses, consiguió eludir los operativos de Arévalo legales por desalojarla de su puesto crucial, pero el asedio presidencial en su contra ya buscó distintos caminos y el desenlace del pleito siguió en duda.

Mientras tanto, Arévalo prosiguió intentando avanzar en una cuesta política hacia arriba para buscar preservar el control del gobierno, eludir la ingobernabilidad, la corrupción y la impunidad—también tradicionales en Guatemala—y tratar de virar a un escenario para cumplir con sus promesas de campaña de cambio socioeconómico. En un país de unos 18 millones 100 mil habitantes, más del 55% siguió hundido en la pobreza.

¿Tiempo sin tiempo?

Con apenas tres meses, o exactamente 91 días a ayer, en la silla presidencial, todavía parecería temprano para puntualizar en éxitos o fracasos.

Pero el gobernante lo que menos recibió en enero fue tiempo: el ataque de sus rivales se intensificó desde el primer día al mando del Poder Ejecutivo y en reemplazo del derechista Alejandro Giammattei, cercano a Porras.

A juicio de Rodenas, abogado y director de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala, Arévalo “inició su periodo dándole mucha esperanza de cambio a los guatemaltecos, cansados de tanta corrupción y falsas promesas políticas” y con un gabinete con equilibrada presencia femenina y masculina.

“Pero una sola presencia indígena”, lamentó Rodenas a consulta de EL UNIVERSAL, en alusión a un país de mayorías indígenas. “Se le cuestionaron algunos nombramientos de su equipo, que parecían más negociaciones con la cúpula empresarial que aprovechamiento de un historial de capacidad”, recordó.

Tras subrayar que “todavía se le ve cercano al público y a la prensa”, mencionó que esta actitud contrastó con “un divorcio” que sus antecesores mantuvieron en sus nexos con esos ámbitos sociales.

“Una buena maniobra se observa en las relaciones internacionales habiendo visitado ya EU y Europa, donde ha conseguido importantes apoyos para su gestión lo que lo ubica en una buena posición y aceptación internacional”, aseveró.

Al plantear que “las acciones para destituir” a Porras “no se han traducido en triunfos, todo lo contrario”, reconoció que la fiscal general “ha salido bien librada y realizado buenas maniobras para sacar provecho de los actos en su contra”.

“Hubo confusas opiniones entre funcionarios cercanos al presidente sobre las estrategias para obligarla a renunciar, lo que evidenció falta de estrategia sólida para deshacerse de una piedra en el zapato”, advirtió.

La falta de coordinación entre gobierno y Fiscalía General (Ministerio Público) por el choque Arévalo—Porras “se tradujo en fracasos en el combate a la criminalidad”, añadió, al destacar que otro flanco flojo emergió en el Congreso. “Las alianzas (legislativas) al inicio de su gestión fueron efímeras y se percibe que ha perdido fuerza (parlamentaria)”, recalcó.

Desde la izquierda, Barrios, secretario general de la exguerrillera e izquierdista Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), declaró que Arévalo “tiene el gran desafío de estabilizar el país luego del intento del rompimiento constitucional. La valoración es que hasta el momento pudo estabilizar la nave en cuanto a esos intentos”.

La URNG aglutinó, a partir de 1982, a las cuatro agrupaciones subversivas de Guatemala, en una guerra que estalló en 1960 y terminó con la firma de la paz en 1996, con un saldo de unos 250 mil muertos y desaparecidos y en un conflicto que dejó hondas secuelas socioeconómicas, humanitarias, políticas y militares. URNG se convirtió en partido político.

“Aunque estos grupos golpistas están replegados, tampoco significa que están vencidos ni que vayan a dejar de intentarlo (recuperar el poder). Con las visitas de Arévalo al exterior, Guatemala ha recobrado y generado confianza, retomado esas relaciones y eso es muy acertado”, aseguró.

Pese a los “desaciertos” con algunos nombramientos en ministerios, “eso es aceptable ante la premura de Semilla (partido de Arévalo) al enfrentarse a lo que es su primer gobierno”, señaló.

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Al igual que otros sectores, reconfirmó que en los tres meses persistió la exigencia de “la población” al mandatario por “pendientes” y prioritarios, como “la destitución” de Porras por operar “como una de las principales dirigentes del golpe que se le pretendía dar a Arévalo para impedir que asumiera”.

Al marcar el calendario, ayer y anteayer, fechas referentes en su Presidencia, Arévalo se meció entre ser “inútil” o “esperanza” para estabilizar “la nave”: Guatemala.

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