Los Ángeles

La caravana de migrantes centroamericanos que llegó en días pasados a Tijuana para solicitar asilo en Estados Unidos no estuvo sola. Abogados, estudiantes y personas solidarias partieron desde Los Ángeles, California, con un solo objetivo: acercarse a ellos y mostrarles su apoyo.

El último grupo de los 228 migrantes que instalaron un campamento en Tijuana, en las cercanías de la garita de San Ysidro, logró ingresar el viernes a suelo estadounidense, según Pueblo Sin Fronteras, la ONG que organizó la caravana. Sólo quedan del lado mexicano unos 100 migrantes que aún no deciden qué hacer.

Desde que se enteraron de la travesía de los centroamericanos, los angelinos se movilizaron bajo el lema “Marcha sin Fronteras” para tratar de asesorar legalmente a los recién llegados y que hicieran bien su solicitud de asilo. En su camino al sur, la “Marcha sin Fronteras” fue sumando adeptos y seguidores, incluyendo grupos proinmigrantes de gran influencia, como Border Angels (Ángeles de la Frontera) entre ellos.

El director de este grupo, Enrique Morones, aseguró que el objetivo de “los abogados especialistas en inmigración, los jóvenes DACA —a quienes sus padres llevaron siendo niños a EU—” que los acompañaron y los demás que se unieron no era “hacer política ni retar a nadie”, sino “dar orientación y asesoramiento para que sus casos entren al sistema de solicitud de asilo lo mejor posible, siempre dentro de la ley y de la verdad”.

La mayoría de quienes se sumaron a la marcha pudieron cruzar a Tijuana para hablar con los miembros de la caravana. Pero incluso aunque no, hablaron con los migrantes a través de la malla que divide la frontera.

Nicole Ramos, abogada especialista en migración, era una de las integrantes de la “Marcha sin Fronteras”. Ella ha seguido muy de cerca lo que ha ocurrido en torno a la caravana. “Las autoridades de este país —EU— esperan que las personas —de la caravana— respeten las leyes de asilo y cumplan sin mentir con los requisitos, pero ellos —los agentes federales— deben saber que tampoco pueden violar la ley que les da derecho a los extranjeros a solicitar el asilo”, comentó, subrayando que ni los agentes de la Patrulla Fronteriza ni los jueces ni ninguna otra autoridad puede negar o frenar una solicitud de asilo, hasta no haber sido escuchada y en todo caso revisada.

Claudia Treminio, una mujer que ha estado luchando en los últimos años por las comunidades más vulnerables, dijo identificarse profundamente con la realidad que viven en Centroamérica, especialmente siendo ella originaria de El Salvador y habiendo llegado a los 12 años a esta misma frontera en calidad de menor completamente sola.

“La violencia que se vive en nuestros países pone en riesgo de muerte a todos los que quieren la paz y no son violentos; por eso nos vamos y por eso buscamos dónde llevar nuestra familia, nuestro trabajo y lo bueno que tenemos para seguir adelante”, indicó.

“Caravanas como esta e incluso más grandes, con muchas más personas, han llegado en el pasado también de Centroamérica”, recordó Morones; “pero ninguna había atraído tanto la atención del gobierno —de EU— y de los medios”. El fundador de Border Angels aseguró que “esto no es otra cosa que el efecto [Donald] Trump”, refiriéndose a las amenazas que el presidente de EU estuvo lanzando en el último mes contra la caravana, descrita en un principio como una especie de movimiento de protesta de los migrantes por un trato digno en México y EU pero que, según algunos observadores, por la atención mediática terminó convertida en una caravana contra la violencia en los países de origen, así como de búsqueda de apoyo humanitario.

Apenas en 2014, el entonces presidente estadounidense Barack Obama declaró una “crisis humanitaria” ante la llegada de miles de centroamericanos a la frontera sur de la Unión Americana; la enorme mayoría eran niños y niñas menores de 18 años, lo que hacía esta crisis aún más delicada. Más de 45 mil menores habían sido detenidos en la frontera de México y EU en junio de 2014 y para finales de ese año sumaban más de 64 mil. A esa escalofriante cifra se sumaban los que habían llegado desde 2010, elevando la cifra de menores centroamericanos a más de 200 mil. El pronóstico fue entonces que el panorama no mejoraría en los años siguientes.

“Precisamente por todo lo que sucedió en aquellos años, hoy es más noticia cómo se expresa Trump de quienes vienen a ejercer su derecho de pedir asilo —en EU— ; no tanto por la cantidad de personas que han llegado”, dijo Morones. “El derecho a pedir asilo en este país existe, entonces no deberíamos hacer tanto escándalo, pero quien más lo hace es Trump”, concluyó.

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