Nueva York.— Un alto funcionario de Corea del Norte comenzó ayer una inusual visita a Estados Unidos para discutir la posible cumbre entre los líderes de los dos países, pero ambas partes parecían alejadas en lo concerniente al asunto central: las armas nucleares de Pyongyang.

Kim Yong-chol, vicepresidente del Comité Central del gobernante Partido de los Trabajadores y estrecho aliado del líder norcoreano Kim Jong-un, llegó al aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York en un vuelo procedente de Beijing. Más tarde se le vio entrar a un hotel de Manhattan. Anoche mantuvo una cena con el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, con quien se volverá a reunir hoy para discutir si siguen adelante con la reunión sin precedentes entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y Kim, según se informó.

Yong-chol, considerado la mano derecha del líder norcoreano, es el más alto representante de ese país en pisar suelo estadounidense desde el año 2000 y ya se ha reunido con Pompeo en Pyongyang en ocasión de los dos viajes del ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a la capital norcoreana.

“Formamos un excelente equipo para nuestras discusiones con Corea del Norte”, tuiteó Trump el martes, agradeciendo de antemano el viaje de Yong-chol.

El secretario general adjunto de la Casa Blanca, Joe Hagin, se halla a su vez en Singapur en vistas de los preparativos logísticos de la cumbre. Un fotógrafo de la AFP pudo ver el martes también a Kim Chang-son, un muy cercano asesor de Kim Jong-un, en la ciudad estado asiática.

Esas reuniones “han sido positivas”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders.

La cumbre, planeada originalmente para el 12 de junio en Singapur, está en duda, ya que ambas naciones están calibrando sus destrezas diplomáticas. Trump canceló la cita la semana pasada, después de que Corea del Norte expresó su molestia por comentarios realizados por funcionarios estadounidenses.

Sin embargo, más tarde dijo que estaba reconsiderando su decisión y funcionarios de Estados Unidos, Corea del Norte y del Sur empezaron a preparar la cumbre de todas formas. La Casa Blanca dijo ayer que las negociaciones para la cumbre en la zona desmilitarizada, en la frontera entre las dos Coreas, van bien y que espera que el histórico encuentro se realice en la fecha prevista.

Un funcionario estadounidense dijo que, hasta el momento, las negociaciones sobre la agenda de la crisis avanzan lentamente y que los dos asuntos fundamentales —la definición de la desnuclearización norcoreana y si ambas partes adoptarán acciones conjuntas o de forma separada— siguen sin estar zanjados.

Trump ha prometido que no permitirá que Corea del Norte desarrolle misiles nucleares con capacidad de alcanzar territorio estadounidense y quiere que Pyongyang se desnuclearice o se deshaga de sus armas nucleares de forma “verificable e irreversible”, como condición previa a cualquier liberalización de las pesadas sanciones internacionales que afectan al régimen comunista en represalia por sus programas nucleares y balísticos.

No obstante, se cree que los líderes norcoreanos consideran su arsenal nuclear como un elemento crucial para su supervivencia y rechazan un desarme unilateral.

En paralelo a los encuentros con los norcoreanos, los intercambios entre los gobiernos de Estados Unidos, Corea del Sur y Japón se intensificaron en los últimos días. Trump se reunirá el 7 de junio en la Casa Blanca con el premier japonés Shinzo Abe, quien prevé iniciar sus propias discusiones con Pyongyang.

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