A Japón y México no los une la tragedia, los une la fuerza para levantarse después de la adversidad. En medio del caos y la angustia que generó el sismo del año pasado, un grupo de rescatistas japoneses de élite logró avivar el espíritu de quienes los veían trabajar, de quienes admiraban su esfuerzo por arrancar cuerpos con vida de las fauces de los edificios derruidos.

Estuvieron apenas unos días en el país, pero fueron suficientes para que el Equipo de Auxilio para Desastres (JDR por sus siglas en inglés) demostrara que ante una tragedia todos somos iguales. Estos hombres que viven a más de once mil kilómetros de México dejaron su casa y a su familia para arriesgar su vida por otros.

Lo mismo se unieron a cantar el Himno Nacional mexicano que aceptaron pan de muerto como regalo y su líder pronunció una frase entrañable cuando se despidieron: “amigos en la adversidad, cuates de verdad. ¡Fuerza México!”.

La escena más emotiva llegó el día que los rescatistas laboraban en una construcción derruida. Hallaron un cuerpo, lo recuperaron y lo que pudo haber sido un mero “trámite” de llevar los restos de una chica a una ambulancia se convirtió de pronto en un ritual para honrar, no a la muerte, sino a la vida.

Ahí, sobre los escombros de un edificio en un país muy lejano al suyo, esos hombres que no conocieron a la joven, que nunca cruzaron una palabra con ella, le mostraron todo su respeto. Pidieron que se guardara silencio, se quitaron los cascos e inclinaron la cabeza.

La gente aplaudió este gesto como aplaudió el rescate de un perrito en un multifamiliar y celebró su esfuerzo cuando salieron del país.

Alegría en medio de la tragedia

A un año de la tragedia, EL UNIVERSAL obtuvo el testimonio de uno de los rescatistas. Para quien lo más impresionante fue la amabilidad de los mexicanos.

“A pesar de que los mexicanos estaban en una situación muy difícil después del desastre, desde nuestra llegada al aeropuerto nos recibieron con mucha alegría y cariño. Cuando ya nos íbamos de México teníamos un poco de frustración por no poder realizar las actividades como nosotros queríamos. Sin embargo, nos felicitaron y mostraron respeto. Me impresionaron esta alegría y amabilidad del pueblo mexicano”, comenta Eichi (*pidió omitir su apellido), integrante de la Agencia de la Guardia Costera de Japón y del Equipo de Auxilio para Desastres.

¿Por qué arriesgar su vida?

“Para ayudar a la gente”, dice Eichi, quien es buzo y como el resto de sus compañeros en JDR tuvo que pasar por un duro entrenamiento especial para cumplir con los estándares internacionales y que incluye, por ejemplo, romper una pared de concreto, entrar por el agujero hecho y rescatar a una persona.

El Equipo de Auxilio es una especie de “Selección nacional de rescatistas”, conformado por agentes de la Policía, la Guardia costera y la agencia de Control de Incendios. Lo integran unas 70 personas entre rescatistas, líder, sublíder, equipo de comunicación, médico, experto para evaluar construcciones y coordinadores. También emplean cuatro perros.

Suelen ocuparse de actividades de rescate en Japón. Cuando ocurre un desastre natural en otro país, por órdenes del Ministerio de Asuntos Exteriores, el equipo es enviado por la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA, por sus siglas en inglés) para labores de apoyo.

Eichi se sintió honrado de haber rescatado al perrito y acompañar a los mexicanos, aunque experimentó frustración por no salvar vidas humanas. “Pero cada vez que me encontraba su alegría y amabilidad me emocionaba y motivaba”.

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