Escondido y temeroso Constantino fue rescatado del Metro Constitución, este perrito pardo, de raza mestiza y de aproximadamente un año, es el último canino salvado de correr en las vías del metro y ser trasladado al Centro de Transferencia Canina del Metro con la esperanza de cambiarle el destino y encontrarle una familia.

“Él es de los afortunados porque ya tiene un pretendiente para su adopción, ya está con su protocolo completo, no sufrió ninguna herida y con suerte este será su último fin de semana con nosotros” aseguró la veterinaria del centro, Gabriela Villa y Caña.

Constantino es el perro rescatado número 501; en los seis años que lleva operando el refugio del Metro, desde su inauguración en 2017, los huéspedes, como les dice en el centro, se han ido adoptando. Actualmente solo tienen 21 perritos, de distintas edades, todos esterilizados, a la espera de una nueva vida.

“Afortunadamente nuestro índice de adopción es alto y 440 perritos han podido encontrar una familia en este tiempo y este año solo hemos rescatado 24”, agregó la doctora.

Hay canes afortunados que apenas están 15 días y logran encontrar una familia, “luego les digo, a ese no lo conocí, se van rápido los suertudos” dijo entre risas, otros, han pasado años “pero un buen día llega esa familia donde hacen ‘clic’ y se van, aunque ya tenían dos o tres años aquí.”

La perrita rescatada del Metro Cerro de la Estrella que llegó 15 días antes que Constantino, no corrió con tanta suerte, “llegó en shock, deshidratada y sin poder caminar” lamentó Villa y Caña; sin embargo, con la ayuda de los especialistas logró recuperarse y este fin también será adoptada.

El centro de transferencia canina tiene la finalidad de darle un albergue temporal a los perritos que son salvados de las vías exclusivamente, “por el riesgo de que puedan ser arrollados o electrocutados”, explicó la veterinaria.

Estos canes tienen diferentes historias, en ocasiones provienen de las casas cercanas a las estaciones y siguen a sus dueños o algunos en situación de calle entran por los huecos en las mallas ciclónicas que rodean al transporte.

En el refugio trabajan dos médicos veterinarios, incluida Gabriela, y tres encargados. “Cada uno es parte fundamental para lograr brindarle una calidad de vida a los perros, incluso tenemos a alguien que es la consentidora,  apapacha a los perritos, otra es la paseadora, que se encarga de ver el comportamiento y elegir a la familia que más se adapte a los lomitos”,  comentó.

Para estos amantes de los animales cada perrito marca una huella más en sus corazones que los deja con sentimientos encontrados, “que lleguen aquí con lesiones y luego se vayan felices a un hogar nos llena de alegría” comentó Gabriela.

Sin embargo, Chato, fue un perrito rescatado en el metro ferrería que tras sobrevivir a ser arrollado y recibir descarga eléctrica, les cambió la vida. Nunca fue adoptado y falleció en el centro.

“No pudo caminar y tenía su silla de ruedas, con el tiempo pasó de ser un huésped y se convirtió en nuestro compañero de trabajo. Supervisaba y daba la bienvenida a los nuevos, era enfermero, si se iba un perro en adopción le daba el visto bueno a la familia e incluso se ganó el cargo de Director y traía su gafete” confesó la encargada con felicidad.

Tepo y Tenca, así como Chato, pertenecen al grupo de perritos que no han tenido la suerte de encontrar un hogar. Ellos siguen en el refugio a la espera de un hogar,  fueron rescatados hace más de 5 años del metro Tepalcates y Tlaltenco. “Cuando damos el recorrido y las familias los van viendo son perritos que no llaman la atención, sigue existiendo el estigma a los perros negros o poco tiernos” cuestionó la veterinaria.

Por ello, como afirmó Gabriela, han sumado esfuerzos trabajadores y adoptantes y ahora hay más de una visita al día.

“Vemos qué perrito les damos: si es un perrito tranquilo pues sería para adultos mayores, que no los saque a pasear a ellos, y a los jóvenes se les puede recomendar un perro más activo.”

El refugio ubicado en Azcapotzalco tiene tres mil metros de áreas verdes, espacio para que los perros puedan estar libres y convivan con los adoptantes.

El centro tiene 16 jaulas, para un perrito por cada una, algunas, que ellos llaman “matrimoniales” sirven para el proceso de socialización de los perritos más temerosos “para que ellos puedan ir conviviendo entre sí.”

Al llegar los perritos siguen un estricto protocolo. Tienen dos áreas para ponerlos en observación.

“Nos permite saber en qué condiciones vienen, medir su temperamento y hacerle su revisión médica” por lo que las mascotas, asegura la doctora, salen con esterilización y un cuadro de vacunación de forma gratuita.

Si bien periódicamente trabajadores del sistema de transporte colectivo apoyan en la limpieza y mejoras del lugar, este centro se mantienen exclusivamente de las donaciones de los ciudadanos que únicamente pueden ser dejadas en el refugio en especie.

Para estos trabajadores del Metro la recompensa es cuando ven que gracias al centro lograron cambiar el destino de los lomitos.

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