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En un hecho meramente operativo, sin la parafernalia de años anteriores donde el lobby del recinto de Donceles y Allende se abarrotaba de camarógrafos y fotógrafos ante la pasarela de los nuevos servidores públicos, es como transcurrió la credencialización de los 66 congresistas de la Ciudad de México.

Desde ayer quedó asentado que la séptima y última Asamblea Legislativa ya se extinguió. Unas letras de oro fueron retiradas del recinto y guardadas en el almacén para que un día en que este inmueble se convierta en museo puedan ser exhibidas.

¿Es usted diputado, diputada?, preguntaba una y otra vez el personal de resguardo cada vez que alguien quería ingresar al salón Heberto Castillo donde todo estaba dispuesto para que cada legislador local electo proporcionara su información básica para obtener su credencial. Una identificación chica, de color blanco y simple.

Sólo podía entrar el diputado electo y un asesor, nadie más. El trámite duró casi 12 minutos por cada uno.

Desde las 9:00 horas, todo estaba listo para que los congresistas cumplieran con el primer trámite de su encomienda: dar a conocer sus documentos oficiales e incluso saber si manejaban cuentas bancarias, por lo menos eso le preguntaron a Rigoberto Salgado, ex delegado de Tláhuac.

Algunos de los legisladores llegaron a pie, otros descendieron de camionetas lujosas y a unos más les dieron un “aventón”.

Fue un acto sencillo, cuidado, pero no austero. A los nuevos congresistas sí se les dio su “manita de gato” con equipo especial de maquillaje. No estuvo a la vista porque un espacio del salón de plenos fungió hasta como camerino para que les retocaran el rostro y no brillaran para grabar una breve cápsula para el Canal del Congreso, del cual —por cierto— seguirá al mando el articulista de EL UNIVERSAL, Ricardo Rocha.

Durante el registro se vio a trabajadores cargando cajas de galletas, pero por lo menos en este acto no fueron repartidas. Ni siquiera se les dio agua a los nuevos representantes populares.

Es más, hasta Alejandro Encinas, presidente de la Mesa Directiva de la Asamblea Constituyente, opinó que estaba más preocupado por las políticas que por la botana, luego de que se le preguntara si le entraría al #TupperChallenge en el Congreso local.

La mayoría de los de Morena, los que no repiten cargo, se iban directo al pleno, pero de inmediato alguien les decía que ahí no era.

Marco Antonio Temístocles llegó puntual acompañado de todo su equipo y fue el primero en ponerse su fistol que lo distingue ante la ciudadanía como congresista. Estaba realmente orgulloso.

El ex perredista Carlos Hernández Mirón, quien ahora ocupará una curul en la fila de Morena, tuvo tiempo de bromear; él ya conoce el trámite de la credencialización. “¡Oigan no manchen! regrésenmelo [refiriéndose a su fistol]”, se divirtió.

Afuera, los dos hijos del legislador local José Martín Padilla —Gustavo Aarón y Martín— escoltaban a su padre. También estaba ahí su esposa, nerviosos por la responsabilidad que desde ayer asumió el cabeza de familia.

A Ernestina Godoy, líder de la bancada de Morena, se le vio alegre. Fue la primera en mostrar su credencial, aunque días antes había reconocido ante esta casa editorial que se hacía con un pie afuera del Congreso.

Los panistas pasaron sin pena ni gloria, eso sí, acudieron con horas de anticipación, pero como es costumbre, se metieron de inmediato al salón Miguel Hernández Labastida, donde siempre tienen sus encerronas.

El primero en llegar fue Mauricio Tabe, después Christian von Roehrich y así sucesivamente. Se credencializaron y se marcharon.

Quienes llegaron como muéganos, con excepción de Valentín Maldonado, quien llegó antes, separado y en ningún momento coincidió con ellos, fueron los perredistas.

Acapararon la atención de algunos fotógrafos y confiaron en que así permanecerán toda la legislatura: en unidad. “Bueno, eso esperamos”, exteriorizó Jorge Gaviño.

Los del Verde Ecologista no aguardaron su turno, se adelantaron al registro, pero antes partieron plaza. Se distinguieron porque fueron los únicos que saludaron de mano a la persona de resguardo afuera de donde se realizaba la credencialización.

La ecologista Teresa Ramos robó los reflectores: su glamour y sonrisa nunca las perdió, y estuvo saludando de beso y mano a la mayoría.

Las del PT pasaron desapercibidas, a pesar de que una de ellas será la más joven de esta legislatura.

Los del PRI se sintieron nuevamente en casa, hasta dejaron ver que podría haber buenos acuerdos con el PRD, pues justo cuando Jorge Gaviño, Víctor Hugo Lobo, Gabriela Quiroga, Susana Alanis, Paula Castillo, se tomaban la fotografía de su grupo parlamentario, hasta invitaron a Tonatiuh González Case y Miguel Ángel Salazar a incorporarse.

A final de cuentas, todos son amigos hasta que concluya cualquier legislatura. Así, lo demuestra la historia.

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