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José Ramón Amieva afirma que su joven gobierno —que en breve cumplirá tres meses, herencia de su antecesor Miguel Mancera — no ha perdido el control en materia de seguridad pública pese a los niveles de violencia registrados en la CDMX en los últimos meses.

Consciente de que en el último año las noticias han sido adversas y que la percepción de la opinión pública es negativa, el jefe de Gobierno entra al tema, aunque con rodeos: que si los números la cotidianidad, los operativos. Hasta que al final, enfrenta.

¿Se perdió el control de la seguridad en la capital?

—El control se tiene y se ejerce—, responde con firmeza.

Sentado en la biblioteca dentro de su sala de juntas, Amieva Gálvez describe el problema de la inseguridad como cotidiano, complejo, multidisciplinario y multifactorial.

“Lo que hacemos es tener siempre el control a través de los cuerpos policiales ¡Eso no lo podemos perder! Presencia y control: que no haya territorio donde no estemos y que la policía siempre este perfectamente preparada para actuar”, dice.

La problemática, afirma, se aborda en dos vertientes.

La cotidiana, protegiendo las actividades diarias de las personas, su integridad, labores y propiedades mediante patrullaje; acercando los botones de pánico a los ciudadanos y apoyándose con las cámaras.

Y enfrentando al narcomenudeo y los delitos que conlleva a través del blindaje de la Ciudad: impedir la entrada de sustancias ilícitas, armas, vehículos irregulares y el huachicol.

“Tenemos que generar los operativos de intervención en donde venden y almacenan la droga. Y sobre todo, algo que hemos hecho en estos últimos días, atacar las finanzas de los delincuentes. Por eso las riendas y el esquema operativo debe estar a cargo de la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría General de Justicia, coadyuvando con el Consejo Ciudadano y el C5”, afirma.

Sus cuentas arrojan que en la CDMX hay cuatro cárteles. “Tenemos identificados cuatro grupos: uno es la herencia de El Ojos en la parte sur oriente [Iztapalapa, Xochimilco, Tláhuac, Milpa Alta, Tlalpan]. Son los que están tratando de retomar el control. Los otros dos operan en la zona centro [Cuauhtémoc, Venustiano Carranza y Gustavo A. Madero], La Unión y Anti-Unión”.

Aunque su discurso es positivo, no puede evitar que se cuestionen los resultados toda vez que la SSP se encuentra acéfala, que la salida de su ex titular Hiram Almeida se explicó mediante razones diplomáticas y que en el último mes la presencia del narcotráfico (un ejecutado en la explanada de la delegación Venustiano Carranza, cuerpos desmembrados en avenida Insurgentes, ejecuciones hechas desde una motocicleta, una ciudadana americana asesinada al salir de un restaurante) suman al menos tres.

“Lo que puedo decir es que hay buenos policías: dedicados, honestos, eficientes. Se señalan situaciones que impactan que es una realidad delincuencial, pero yo también tengo una cadena de hechos que respaldan que la policía está funcionando: un policía que salva a alguien de que se arroje de un puente, el policía que interviene en un robo a transporte público, el que ve un vehículo robado, el policía que detecta droga, el que va a la narcotienda, el que enfrenta a los ladrones a costa de su vida. Los buenos policías son los que se deben quedar”, dice.

Amieva busca ciertas cualidades en el nuevo titular de esa dependencia. “Una persona que tome las riendas, que esté presente en el territorio, que los mandos lo respeten, lo apoyen y que tenga una convicción exclusiva de atender el esquema de seguridad pública desde un punto de vista humanista, apoyando a las víctimas”.

¿Podemos entender en esto que entonces no había el titular adecuado en la SSP?

—Ese es un tema de relevo institucional. Los relevos se dan cuando resulta que ya no es idóneo la permanencia, sea por la presencia, por la coordinación o varios esquemas. No quiere decir que alguien haya actuado mal. Se reconoce todo el esfuerzo, pero esto debe de continuar in crescendo en los resultados.

El jefe de Gobierno retoma un punto importante; las armas como parte de la delincuencia y pone sobre la mesa una propuesta: delincuente que use un arma para amedrentar a su víctima (independientemente del calibre de ésta) debe ser sujeto a la determinación judicial de prisión preventiva. En el caso de las acciones realizadas en los últimos años para fomentar el desarme voluntario, su perspectiva es otra.

“No es un tema que podamos ligar con la delincuencia. Yo le puedo decir que el desarme voluntario es tan eficiente como cada arma que se retira, porque impide que alguien se hiera.

“Tener una arma en tu casa, sin el permiso correspondiente, no te hace delincuente; pero sí puede generar daño”, enfatiza.

Su administración será la última que deba proponer al presidente Peña Nieto el nombre del nuevo titular de la policía, ya que la constitución exime de este requisito a la próxima jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum.

Así que el mandatario capitalino ya revisa perfiles y no descarta que su candidato sea una persona nueva en el ámbito o tal vez una cara conocida en la SSP. Lo que sí es un hecho, enlista, es que el aspirante debe aprobar exámenes de control de confianza, así como presentar su declaración patrimonial, entre otros.

Para enfrentar la delincuencia, la capital del país cuenta con un estado de fuerza promedio de 95 mil policías; la mitad de ellos trabaja en un solo día y al día siguiente la otra mitad.

Poco más de dos mil policías de investigación desempeñan sus labores por día. Suficientes o no, es lo que hay en el día a día.

“Haciendo a un lado cifras y números, para mí el esquema de percepción de seguridad se alcanza cuando alguien desarrolla a plenitud, con libertad y tranquilidad, sus actividades, sintiéndose seguras y seguros. Que pueden ir a donde gusten, a la hora que determinen y sentirse seguras y seguros”, dice Amieva.

¿Y eso existe en este momento?, se le pregunta

—Es lo que estamos buscando.

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