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“Qué más quisiera que llevar una vida como la de antes, ver la tele, ir a pasear; pero no es culpa de nosotros, ni del gobierno ni de nadie, es la naturaleza”, comenta la Señora Pierre.

La mujer de 60 años, suelta carcajadas cuando describe cómo acomodó su ropa y sus zapatos dentro de su casa de campaña, ubicada en uno de los campamentos de damnificados del Multifamiliar de Tlalpan. Sentada adentro, señala un tendedero que hizo, del que cuelgan tres pantalones de vestir “para cualquier ocasión”, dice. Además tiene un catre y un colchón, ambos con varias cobijas encima y en el suelo una caja gris en la que guarda medicinas. “Tengo mi cama, mi ropa y una planchita”.

La Señora Pierre, como la conocen, se llama Petra Puebla Tzin Tzun, es originaria de Michoacán, en los últimos 20 años se dedicó a cuidar de dos hermanos, uno de ellos le dio ese apodo de cariño, porque a ella nunca le ha gustado su nombre. Su piel es tersa, su cabello está teñido de rojo y es muy risueña, cuenta su vida entre risas, aunque a veces recuerda a su familia y comienza a llorar.

En 2007, la Señora Pierre se mudó a un departamento en el tercer piso del 1C del Multifamiliar de Tlalpan, para cuidar a una mujer, dentro de sus labores diarias debía vestirla, hacer la comida y cargarla para llevarla de una habitación a otra. Su empleadora murió en julio de 2017 a los 103 años de edad pero antes, firmó un testamento en el que le dejó su hogar a Pierre; sin embargo, dos meses, justo el 19 de septiembre, se registró un sismo que ocasionó que el departamento se derrumbara.

“Le doy gracias a Dios que se la llevó antes [a su empleadora] porque si nos hubiera tocado el temblor [dentro del departamento] nos hubiéramos quedado ahí”, confiesa la Señora Pierre.

Desde ese entonces, la mujer se quedó en la calle, sin empleo y sin hogar. Primero recibió una casa de campaña y la instaló en las canchas que están a un costado de la avenida Tlalpan pero se la robaron y pidió otra que cambió de lugar, ahora en la calle Álvarez y Fuentes.

Cuando los rescates fueron superados y los muertos del sismo velados, los vecinos del Multifamiliar se organizaron para instalar campamentos y designar espacios para comer, bañarse, recibir donativos y vigilar que extraños no invadieran sus departamentos. A la Señora Pierre le propusieron que hiciera guardias en las carpas y que repartiera platos de comida que a diario llegan de las cocinas de las instituciones del gobierno capitalino.

Por este trabajo le pagan un aproximado 100 pesos al día, dinero que usa para cubrir la mensualidad de un gimnasio cercano donde se baña todos los días y el servicio en una lavandería que le hace descuentos con un gafete del Multifamiliar, “con eso la voy pasando y con unos centavitos que tenía guardados”, cuenta.

“Así es la vida aquí (…) Me levanto, doy una barridita aquí [afuera de su casa de campaña], me voy a bañar en las mañanas antes de que llegue el desayuno”, expresa la mujer.

Durante el día camina hasta la gasolinera para entrar a los sanitarios y permanece en el comedor de damnificados hasta las 10 de la noche.

Ella confiesa que a pesar de dedicarse 20 años a cuidar a dos personas tuvo tres hijos, pero sólo el mayor la visita en el campamento, las otras dos “ya hicieron sus vidas”.

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