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Lo primero que hizo Manuela al ver al jefe de Gobierno de la capital, Miguel Ángel Mancera, fue mandarle besos. Ella y su vecina Guadalupe llegaron corriendo al evento de este sábado, donde el mandatario daría un discurso en la jornada Tu Ciudad Te Requiere.

Las amigas de la delegación Iztapalapa han ido al menos a 15 eventos de Mancera. También sus 18 vecinos salieron de sus viviendas a las siete de la mañana para llegar al deportivo Santa Cruz Meyehualco. “Ni desayunamos”, dice Manuela. “Pues andábamos por allá, corre y corre, porque ya se nos hacía tarde”.

Las mujeres se instalaron detrás de una valla verde cercana al templete por donde Mancera subiría a dar su discurso. Alrededor de ellas había hombres y mujeres con playeras, banderas y gorras blancas en apoyo al Ejecutivo.

Poco después de las ocho de la mañana, Mancera apareció a pocos metros de la valla. La gente comenzó a llamarlo: “¡Mancera, Mancera!”. Las mujeres, atentas, le gritaron y movían las manos para captar su atención. Manuela le gritó: “Beso, beso”. Él las vio y se acercó por unos segundos mientras el secretario de Seguridad Pública de la capital, Hiram Almeida, esperaba unos pasos detrás.

Manuela le mandó besos porque “es un representante que me gusta y lo tengo muy presente porque nos ha ayudado”. La mujer asegura que el gobierno capitalino les dio cubetas de pintura para la fachada de sus viviendas y al terminar el evento les daría tinacos, aunque no sabían cómo se los llevarían a sus casas. Guadalupe, por otro lado, dice que en varias ocasiones ha cruzado palabras con él, para pedirle apoyo a niños de pocos recursos.

Mientras ellas cruzaban palabras con Mancera y una cámara los grababa, a unos cuantos centímetros, recargada en la misma valla, estaba Leticia. Antes de las ocho de la mañana, sostenía un letrero de cartón, en el que escribió que necesitaba ayuda.

Leticia es trabajadora de la delegación Azcapotzalco, Mancera era “su última esperanza ante el problema que viven” en su empleo. Dice que desde hace dos meses tres de sus superiores supuestamente agreden física y verbalmente a sus compañeros.

Diez minutos antes de que empezara el evento, uno de los secretarios de Mancera le intercambió el letrero por una tarjeta y le dijo que más tarde le avisaría cuándo podría recibirla su jefe. Con las manos desocupadas, Leticia hizo movimientos hacia el jefe de gobierno cuando apareció, le gritó: “¡Doctor, doctor!¡ Ya le entregué un sobre, por favor... de lo de Azcapotzalco”.

Media hora después se acercó a la valla Efigenia, buscaba a una mujer para que le entregara una de las despensas. Su hija embarazada estaba sobre el templete recibiendo una de las cunas que regalaron.

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