Por fe, manda o agradecimiento cada año pasean por la Basílica cientos de “ Juan Dieguitos ”, niños pequeños a quienes sus familiares visten como San Juan Diego , para venir a visitar a la Virgen de Guadalupe en el 486 aniversario de su aparición en el Cerro del Tepeyac.

Durante el 11 y el 12 de diciembre, cuando más de cinco millones de peregrinos llegaron hasta la basílica para festejar a la virgen morena en lo que ellos reconocen como “su cumpleaños” se les pudo ver en el atrio, subiendo con sus papás y sus familiares el cerro del Tepeyac, e ingresando en el recinto construido en honor a quien es conocida como “la reina de América”.

Los pequeños regularmente van disfrazados con pantalón y camisola de manta, sombrerito de palma y huaraches; no les puede faltar un ramo de rosas y su ayate, en representación de lo que, de acuerdo con lo que marca la tradición católica, fue el milagro guadalupano que permitió la aparición de la imagen de la virgen en el ayate de Juan Diego, hoy convertido en santo.

Está el caso de Óscar Ángel, carpintero de 25 años de edad, quien trajo al pequeño Octavito, de tres, disfrazado hasta con bigote. Sus padres, que cada año acuden a saludar a la virgen, decidieron hacerlo así porque hace dos meses el pequeño se cayó, se fracturó la cabeza y tuvo heridas graves que lo mantuvieron en terapia intensiva durante un mes.

Su papá le prometió a la virgen que si lo aliviaba lo traería disfrazado a la Villa en un 12 de diciembre para demostrarle su agradecimiento.

“Vengo con mi familia a cumplir una manda. Desgraciadamente, mi hijo tuvo un accidente y nos libramos de esa. Yo me comprometí con mi virgencita de que si me lo sanaba lo iba a vestir de San Juan Diego. Ahorita venimos a cumplir la manda. Le agradezco a la virgencita que me sanó a mi hijo. Hace como dos meses tuvo una fractura en la cabecita, estuvo internado en terapia intensiva”, comentó.

Para Moisés Santos Romero, de 28 años de edad, este es el primer año que peregrina a la Basílica de Guadalupe. Regularmente el 12 de diciembre visita a la virgen en las festividades locales en su parroquia en el estado de Puebla, donde reside con su familia. Desde que su hijo Yafet cumplió su primer año, Moisés lo viste como Juan Diego como una manda dedicada a la virgen para que le ayude a recuperar su salud, puesto que desde que nació el pequeño ha sido muy enfermizo.

“Mi propósito es que a él no le falte nada y que tenga salud. Para mí es una especie de manda: prometí dos años vestirlo en Puebla en mi parroquia y que para el tercer año iba a venir para acá. Desde que nació, mi niño se me enferma mucho, muy constantemente, por eso se lo encomiendo a la virgen porque confío en ella y para que no le falte salud, más que nada”, cuenta.

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