A lo largo de muchos textos acerca del terrorismo, en este espacio hemos explicado que se trata de una categoría específica de violencia caracterizada esencialmente por la comunicación . El terrorismo no es acerca de provocar daños materiales, sino acerca impactar la psique colectiva generando conmoción y espanto masivos, y entonces, usar al terror como vehículo para comunicar alguna reivindicación , un mensaje, generar presión y así, afectar actitudes, opiniones, conductas y decisiones en grupos específicos o sociedades enteras. La pregunta es entonces, ¿qué ocurre cuando no hay un mensaje, o cuando éste no es claro, o cuando el mensaje es disputado por varios grupos resultando no en una comunicación, sino en una confusión narrativa? ¿Quién podría aprovecharlo? El lamentable ataque terrorista ocurrido en Irán este fin de semana ofrece un caso para estudiarlo. Unos apuntes al respecto:

  • Los sucesos: el ataque ocurrió durante un desfile de las Guardias Revolucionarias iraníes en la ciudad de Ahvaz; 12 guardias revolucionarias además de 13 civiles, incluidas mujeres y niños, murieron en el atentado.
  • Hasta ahora, dos organizaciones reclaman la autoría del ataque. La primera se autodenomina “Resistencia Nacional de Ahvaz”, un grupo separatista étnicamente árabe, que busca tener un estado independiente en la zona. El otro grupo que se afirma responsable del atentado es ISIS.
  • Ninguna de estas dos organizaciones ha ofrecido evidencia seria de su autoría. En el caso de ISIS, su agencia de noticias Amaq, subió un video que supuestamente muestra grabaciones de los autores del ataque, pero nada de ello se ha confirmado y las autoridades iraníes han negado que ISIS esté detrás del atentado.
  • A pesar de ello, se puede decir que cualquiera de las dos versiones podría ser cierta. No sería la primera vez que un grupo separatista iraní ataca a las fuerzas de seguridad. Se sabe que entre amplios sectores no persas en Irán (árabes y kurdos principalmente) el descontento y el sentimiento de discriminación social, política y económica, tienen larga historia. Esto ha provocado la radicalización de diversos actores que han formado grupos armados. En el caso de ISIS, su enemistad con Teherán tiene importantes antecedentes. Irán ha combatido a ISIS de manera directa y de manera indirecta—mediante milicias chiítas financiadas, armadas y entrenadas por Teherán—tanto en Irak como en Siria. Irán es, de hecho, una de las piezas clave que contribuyeron a la pérdida de territorio de la agrupación. En cuanto a atentados dentro de Irán, el año pasado ISIS reivindicó el ataque al parlamento iraní y al mausoleo del Ayatola Khomeini, atentado que causó la muerte de 18 personas.
  • Ahora bien, de su lado, Irán está responsabilizando de los atentados de manera directa a dos potencias del Golfo (que podrían ser Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos), quienes habrían entrenado a los perpetradores, y de manera indirecta a Estados Unidos y a Israel, quienes colaboran con estas potencias. Esta mañana, el discurso por parte de las Guardias Revolucionarias adoptó un tinte aún más claro cuando Hossein Salami, el subcomandante de dicho cuerpo, advirtió a los líderes de Estados Unidos y de Israel que deberían esperar una “devastadora” respuesta por parte de Irán, tras acusarlos de involucramiento directo en el atentado. Hasta el momento, tampoco se ha presentado evidencia que confirme estas declaraciones.
  • Así, con tantas versiones encontradas y sin evidencia que contrastar, por ahora solo nos resta evaluar las repercusiones políticas de lo que estamos apreciando. La primera es sin duda, la necesidad de las Guardias Revolucionarias de mover el foco, cambiar la conversación. Siendo éste el cuerpo de élite de las fuerzas de seguridad iraníes, el cual responde directamente ante el Ayatola Alí Khamenei (y no ante el presidente o ante algún otro órgano), el ataque podría estar exhibiendo señales de debilidad o deficiencias de inteligencia, de las que la cúpula iraní no desea que justo en estos momentos se hable.
  • No olvidemos el contexto que vive el país. Trump decidió abandonar el acuerdo nuclear y reactivar sanciones que hoy están golpeando a una economía que ya tenía problemas. Mientras países como los europeos o como la India buscan formas para que sus empresas esquiven las sanciones estadounidenses, hay decenas de compañías que prefieren no esperar y quienes, para no meterse en problemas con Washington, han ya cancelado contratos de inversión previamente acordada. Y aún falta la activación de las sanciones relativas al petróleo, a ser aplicadas en el mes de noviembre. El impacto económico que tiene ya años reflejándose en el bolsillo de la gente, ahora pega aún más, y, naturalmente, provoca descontento social (y en particular con las Guardias Revolucionarias) entre una ciudadanía que no siempre entiende por qué con una situación como la que se padece, el país invierte tantos recursos en cuestiones geopolíticas que muchas veces tienen que ver con países e intereses que se perciben distantes.
  • Por consiguiente, enlazar el atentado del fin de semana con una conspiración internacional liderada por Washington, tiene sentido, además de que resulta discursivamente creíble. No es falso que Estados Unidos colabore con sus aliados árabes y con Israel para vulnerar los intereses iraníes. De lo que no hay evidencia es acerca de que este atentado en particular proceda de esa colaboración, pero sí es un hecho que estos países trabajan diariamente para golpear la influencia de Irán en sitios como Yemen o como Siria, lo que nos lleva a un tema adicional.
  • Como lo expliqué en el texto del sábado, Israel ha llevado a cabo ya unos 200 bombardeos en contra de posiciones iraníes o de sus aliados en Siria, bombardeos en los que han muerto unos 140 militares iraníes. Hasta ahora, sin embargo, los ataques de Israel se han concentrado en territorio sirio, no en territorio iraní, por lo que la lógica de guerra implicaría que, para responder de manera proporcionada, Irán debería hacerlo desde Siria. Si en cambio, decidiese responder desde Irán, esto sería leído como una escalada en el conflicto, razón por la que Israel podría ahora atacar territorio iraní, lo que llevaría ya a una guerra de mayores proporciones. Es ahí en donde la narrativa planteada sobre el atentado del fin de semana podría estar ofreciendo una ventana distinta. Es decir, si las Guardias Revolucionarias afirman con contundencia que los responsables del ataque—en territorio iraní—son Estados Unidos e Israel, entonces, bajo ese discurso, una respuesta en su contra se puede justificar.
  • Esto no significa que Irán necesariamente vaya a enviar misiles contra Israel o contra posiciones o fuerzas estadounidenses. Lo que sí significa puede ser leído al menos desde dos ángulos: (a) el primero y más evidente es que, a la tonelada de golpes por parte de Israel contra Irán en Siria (que hasta ahora arrojan un saldo de unos 140 militares muertos) ahora habría que añadir—en el discurso de las Guardias Revolucionarias—los 12 militares muertos (además de los civiles), esta vez ya en territorio iraní, lo que ofrece una justificación acumulada, la atribución correspondiente, y por tanto la posibilidad de responder (a través de las vías que Irán decida, las cuales incluyen ataques desde Siria, ataques a través de terceros aliados como Hezbollah u otras milicias, ciberataques, sabotaje, o incluso ataques contra embajadas o intereses israelíes o estadounidenses, entre otros); y (b) el ángulo interno: si nos están atacando en territorio iraní desde fuera, luego entonces, se justifica nuestra inversión en recursos económicos y militares para garantizar nuestra defensa en el exterior. Este elemento resulta crucial para el consumo interno justo en estos momentos.

Como vemos, entonces, todo lo anterior podría estar muy al margen de quién o quiénes realmente perpetraron el atentado, pero, dadas las circunstancias, se trata de factores que no pueden ser obviados.

Twitter: @maurimm

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