Nueve de la mañana, domingo 17 de junio, le verdad metida en las sabanas sin ganas de salir, de reojo veía la televisión animándome para encenderla y ver el partido mundialista México- Alemania , los pronósticos muy desalentadores para “los verdes” .

Durante una hora di vueltas en la cama, finalmente decidí encender la pantalla, no sabía sí aguantaría la presión de los noventa minutos y quizás un poco más por aquello del tiempo de compensación.

Finalmente, encerrada en mi habitación del Puerto de Acapulco, donde nos encontramos para limpiar playas y reforestar, encendí la pantalla.

Los jugadores salieron y como es habitual cantaron los himnos nacionales, de manera inconsciente al escuchar los primeros acordes del himno nacional de nuestro país me levanté y junto a la selección y los miles de aficionados del estadio Luzhniki con mucho orgullo y fervor cantamos el himo nacional.

En ese momento recordé el mundial del 70 realizado en México, mis padres cada vez que sonaba el himno nos decían que nos pararamos y que saludaramos a la bandera, era una bonita costumbre que se fue perdiendo, pero el pasado domingo parece que todos la recordamos y cantamos fuerte y con mucho orgullo.

Jamás, según yo había escuchado que los seleccionados cantaran tan fuerte, esto me entusiasmó, pero la cosa, según muchos se veía difícil para los verdes ante el campeón del mundo , Alemania.

Para ese momento ya tenía un nudo en al garganta, los nervios estaban a flor de piel, preferí bajar el volumen al televisor; y no es que yo se aficionada al fútbol, sino que hay millones de personas que desean ver ganar a la selección desde hace varios lustros y ese entusiasmo de una u otra manera se contangia.

El domingo fue sin lugar a dudas un día especial para todos los mexicanos, muchos se tuvieron que quedar callados ante el logro del entrenador, muchos lloraron de felicidad, muchos salieron a festejar a la calle con banderas tricolores y cantaron el Cielito Lindo una y otra vez, esos 90 minutos nos unieron a la mayoría de los mexicanos en los momentos de tensión, pero felices ante el primer gol del Chucky Lozano , esperanzados de que “Los Verdes” podían meterle más goles a la potencia teutona, a quienes nunca México les había ganado en un Mundial.

Fue el segundo tiempo más largo de la historia, para todo el país, mientras los seleccionados mexicanos siguieron jugando al tú por tú, sin miedo, con sed de triunfo, entrones, con buena técnica, exitosos, concientes, como lo dijeron en entrevista previo a la justa mundialista, con mentaldiad ganadora.

Me gustaron estos muchachos que no van al mundial para pasar sólo a un quinto partido, sino por que quieren ganarlo y le dieron al pueblo de México una satisfacción; aunque nuestras autoridades aprovechen estos momentos de euforia nacional para hacer de las suyas y me refiero al asunto de la privatización del agua .

Ahora les damos las gracias a todos: al cuerpo técnico que ha soportado las criticas exigentes de la afición mexicana y desde luego les damos las gracias a los jugadores, por que nos han dado una lección de perseverancia y a muchos nos devolvieron la esperanza.

Google News

Noticias según tus intereses