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Fue un ataque cobarde, que se prolongó por más de siete horas. Los pobladores de Acteal celebraban la tercera jornada de oración y ayuno, pedían por la paz. Pasaban de las 10:00 horas cuando hombres armados irrumpieron en el lugar y dispararon de forma indiscriminada. El saldo fue de 45 indígenas tzotziles muertos (además de cuatro nonatos). Han pasado 20 años y la masacre continúa impune.

“La justicia no ha llegado” para 18 menores de edad y 27 adultos, al contrario, el 12 de agosto de 2009, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) abrió las puertas a casi todos los encarcelados como presuntos responsables, señaló el vocero de la organización civil Las Abejas, Antonio Vázquez, durante la peregrinación y ceremonia para recordar a las víctimas y exigir justicia.

Vázquez recuerda que por este hecho, 26 personas fueron encarceladas y 20 de ellas solicitaron un juicio de amparo que finalmente la SCJN les otorgó en 2009, ordenando la excarcelación con el argumento de que la Procuraduría General de la República (PGR) había fabricado evidencias para culparlos.

El resto de los inculpados obtuvo su libertad en 2012, “con lo que se dio un fuerte golpe a los deudos”, aseveró Antonio y añadió que a dos décadas de la masacre, las armas siguen en las comunidades.

Reviven recuerdo. Raúl Vera, obispo de Saltillo, Coahuila, encabezó una peregrinación de seis kilómetros, desde el poblado Majomut a la comunidad de Acteal, para recordar a los 45 muertos y exigir justicia. Los familiares y sobrevivientes de la masacre cargaban cruces de madera con los nombres de las 45 víctimas de aquella mañana del 22 de diciembre de 1997.

Al mediodía inició la ceremonia en el memorial, donde descansan los restos de los 45 hombres, mujeres y niños y cuatro neonatos, asesinados por presuntos grupos armados.

Un grupo de jóvenes actores de la comunidad representó una obra con el papel que jugaron los grupos armados para debilitar y golpear a las organizaciones independientes en el municipio de Chenalhó, hasta emprender la matanza de 45 tzotziles que oraban en la ermita del lugar.

Un indígena desplegó una pancarta frente al altar donde se realizaba la ceremonia religiosa: “Quisieron matar nuestras raíces, pero aquí estamos. Somos fruto de la sangre de los mártires, padres, abuelos y hermanos nuestros”.

Otro grupo de hombres y mujeres desplegó una pancarta para recordar que organizaciones de derechos humanos lo declararon como “Sitio de conciencia. Casa de la memoria y la esperanza”.Un joven criticó que la SCJN desestimó las pruebas que aportaron los familiares de las 45 víctimas y liberaron a 30 hombres ligados a grupos paramilitares. Agregó: “El último eslabón de la cadena de contrainsurgencia lo constituye la SCJN”.

El obispo Raúl Vera recordó que la organización civil de Las Abejas nació hace 25 años para “servir a la paz y a la justicia entre sus hermanos y esta es la raíz de esta asociación civil que fue víctima del gobierno en el poder aquí en Acteal”.

Hace 20 años, los hombres y mujeres de Acteal invocaban de “Dios la ayuda para que regresara la paz, reconciliación y la justicia no sólo a esta zona, sino a todos los espacios donde los paramilitares estaban atacando a la población civil y estaban desplazándola”.

El propósito de los grupos paramilitares era atacar “según ellos, a los que se habían levantado para pedir justicia, que eran nuestros hermanos organizados como un grupo militar, que había pedido justicia y ya habían aceptado que esa justicia se daría por medio de los diálogos de paz. Ellos [los zapatistas] ya no estaban peleando, pero quien sí estaba haciendo mal era el gobierno mexicano”, dijo el prelado.

Y 20 años después, ese gobierno acaba de impulsar la Ley de Seguridad Interior y “gobernando para el gran capital”, pero se equivoca, porque el pueblo no es objeto de su gobierno”, ha desviado y robado el poder que se le dio y ahora ese poder “lo tenemos que recuperar”.

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