Desde hace años el país tiene un grave problema en materia de seguridad y debilidad del Estado de derecho, lo cual ha permitido que la violencia en las escuelas sea cotidiana y común, expresó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) al condenar los hechos registrados en el Colegio Cervantes de Torreón, Coahuila.

La mañana de ayer un menor de edad disparó contra su maestra y compañeros dentro de una escuela, por lo que la CNDH y organizaciones sociales advirtieron que el ataque fue producto del contexto violento que persiste en México desde hace dos sexenios.

El organismo autónomo indicó que este hecho “evidencia la gravedad de la problemática que enfrenta el país en materia de seguridad, así como la debilidad de nuestro Estado de derecho, ya que las autoridades de los distintos niveles y órdenes de gobierno, desde hace años y hasta hoy, no han podido garantizar para todas las personas condiciones de seguridad para la convivencia pacífica”.

La CNDH expresó su solidaridad a los familiares de las víctimas e indicó que “la violencia en las escuelas no es ocasional, sino cotidiana y común, que se manifiesta de muchas maneras y en los últimos años ha convertido a los planteles en espacios de riesgo”.

Por este motivo la institución a cargo de Rosario Piedra Ibarra pidió una estrategia de intervención para atender la violencia escolar y así respetar la dignidad humana.

“Comprender la violencia en los centros educativos implica tomar en cuenta que existe una diversidad de prácticas violentas y de actores involucrados en un espacio que produce, legitima, promueve y transmite valores, creencias, normas, reglas y formas de ver el mundo que tienen impacto en la socialización de niñas, niños y adolescentes”, dijo la CNDH.

Tragedia se repite

El 18 de enero de 2017 se registró en Monterrey, Nuevo León, un caso similar al ocurrido en Torreón: un alumno de tercer grado de secundaria del Colegio Americano del Noreste (privado) disparó dentro del salón de clases contra su maestra y compañeros de grupo, y después atentó contra su vida.

Minutos después en un hospital, el adolescente de 15 años, Federico “G”, fue declarado con muerte cerebral y desconectado de aparatos; la profesora Cecilia Solís Flores, sin salir del Hospital Universitario, murió el 29 de marzo del mismo año, a raíz de las graves lesiones que recibió; mientras que tres estudiantes resultaron heridos, dos de ellos de gravedad.

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