La hija de Cristina Sotelo desapareció hace ocho meses. Desde entonces, la mujer lleva más de 200 días sin dormir bien, porque a todas horas escucha la voz de su hija Wendy e imagina que una noche abrirá la puerta para decirle que regresó.

Wendy apenas tiene 17 años. La mayoría de ellos los ha pasado en la colonia Sánchez Taboada, una zona de violencia que pelea por ocupar los primeros lugares en los estadísticas delictivas de robos y homicidios. Fue aquí de donde desapareció.

Con la esperanza de su regreso Cristina Sotelo espera su turno en el Hospital General de Tijuana. Aquí oficiales de la Policía Federal del área de genética le tomarán una muestra de sangre para analizar si coincide con alguno de los restos humanos hallados en los últimos meses en fosas clandestinas del municipio.

Cristina llegó al Banco de Sangre del hospital luego de haberse acercado a la Asociación Unidos por los Desaparecidos de Baja California, donde le informaron que durante cinco días, a partir del 11 y hasta el 15 de diciembre, se lleva a cabo una campaña masiva por parte de los gobiernos federal y estatal, así como por la organización, para reunir un banco con muestras de sangre que permita cotejarlas con el ADN de los restos encontrados en la ciudad.

“Yo sé que mi hija está viva. Yo lo siento porque no ha pasado tanto tiempo, sé que la vamos a encontrar”, dice convencida mientras sostiene una fotografía de Wendy con las dos manos y la coloca frente a su pecho para que todos la puedan ver y alguien reconocerla.

Cristina está convencida que unos vecinos se llevaron a su hija. Dice que tiene esa certeza porque poco antes de su desaparición Wendy los acusó de haberla violado. También le reveló que por un tiempo la obligaron a consumir droga para tener relaciones y prostituirse, incluso hubo dos o tres ocasiones que desapareció temporalmente. Todas esas veces Cristina encontraba a su hija en la casa de alguno de esos vecinos, pero en abril volvió a ausentarse y ya no hubo manera de encontrarla.

A pesar de sus sospechas, nadie de la procuraduría le ha dado razón de su hija, ni siquiera porque ella les ha llevado algunas pistas. Explica que las autoridades responsables le dicen que no hay pruebas contundentes para procesar a nadie.

Fernando Ortigoza, secretario de la Asociación Unidos por los Desaparecidos de Baja California, comenta que casos como el de Cristina siguen llegando porque la gente sigue desapareciendo.

Durante los dos primeros días de la campaña para la recolección de muestras, más de 150 familias llegaron a alguno de los cinco hospitales generales del estado –ubicados en Tijuana, Mexicali, Ensenada, Tecate y Playas de Rosarito— en donde realizan el procedimiento. Ortigoza destaca que han llegado casos de hace años, de personas que nunca se habían acercado.

“Hasta ahora no hemos hallado un resultado positivo con el banco de sangre que nosotros tenemos, que es de 250 personas y 400 familias que se han acercado, entonces estamos pidiendo que confíen porque esos restos pueden ser de alguno de sus familiares”, advierte.

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